La erradicación manual se convierte en la herramienta decisiva contra la coca

Tarazá (Colombia).-  Los helicópteros de la policía recorren los meandros del río Cauca en busca de las matas de coca que se aferran a las escarpadas montañas del noroeste de Colombia, cada vez más llenas de narcocultivos, a pesar de la incansable y peligrosa tarea de los erradicadores manuales de hoja de coca.

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(EFE)

Fotografía que muestra a un erradicador manual de hoja de coca en el sitio de la operación "República 57" en Tarazá, Antioquia (EE.UU,), en donde un grupo de 2.100 erradicadores, divididos en siete grupos de 300 hombres, hace parte de un programa oficial con el que se busca eliminar la planta de coca. En lo que va del año, un total de diez personas han muerto y más de 30 resultaron heridas en las tareas de erradicación manual en Tarazá, zona del departamento de Antioquia.

Los hombres de la Policía Antinarcóticos hacen la detección de la mata de coca en un primer sobrevuelo de los helicópteros artillados y listos para enfrentar, según dicen, los disparos de fusil que desde tierra les hacen de manera constante las guerrillas izquierdistas para impedir que se ubiquen las zonas a ser intervenidas.

Una vez corroborada esa información con el satélite se envían patrullas de hombres expertos en combate y en la detección de minas contra personas, caninos amaestrados para encontrar artefactos explosivos y detrás llegan los erradicadores manuales para cumplir su ardua tarea de arrancar la mata de raíz.

"Definitivamente la erradicación manual está funcionando, es la única forma de acabar con la planta como tal", dijo a Efe uno de los oficiales que lideran ese programa en la región conocida como el Bajo Cauca Antioqueño.

La decisión de erradicar manualmente los plantíos se debe a que en buena medida las personas han protestado violentamente en esa región, porque la fumigación aérea afecta todos los cultivos y para acercar a la población a los planes complementarios que hace el Gobierno para los campesinos que sustituyan sus narcocultivos.

El comandante encargado de la Policía Antinarcóticos, coronel José Ángel Mendoza, aseguró a Efe que ahora lo que sus hombres buscan hacer es llegar a la gente y convencerla de que no continúe sembrando hoja de coca, uniéndose a programas como las Familias Guardabosques, que entrega dineros a los campesinos que sustituyan los cultivos ilegales.

"Lo que buscamos con la erradicación manual es ganar, si se puede decir así, soberanía sobre el territorio, porque antes pasábamos raudos a 130 nudos sobre el terreno fumigando (...) y con la erradicación manual lo que buscamos es llegar a las zonas, llegar al terreno y tomar contacto con la gente", indicó.

El sistema de erradicación manual, a pesar de lo arcaico, garantiza que la planta desaparece definitivamente, pero los 2.100 hombres encargados de esa tarea en esa convulsionada región deben trabajar en medio de hostigamientos de las guerrillas y cientos de minas contra personas que los rebeldes dejan abandonadas en su huida, añade el oficial.

"Nosotros confiamos en los perros y en la gente que revisa el terreno de minas antes que nosotros lleguemos". Sin embargo, a Carlos no deja de darle miedo exponer su vida en esas montañas a pesar que ya estuvo, por casi dos años, erradicando matas de hoja de coca en La Macarena, un bastión de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el sur del país.

De ahí que a partir de la próxima semana empiece a funcionar de manera conjunta un programa de fumigación aérea con glifosato en los municipios de Nechí, Tarazá, Zaragoza, Valdivia y El Bagre, para proteger la vida de los policías y erradicadores en zonas donde hay problemas de seguridad.

Un grupo de 2.100 erradicadores manuales de hoja de coca, divididos en siete grupos de 300 hombres, hacen parte de un programa oficial con el que se busca eliminar la mata en esas localidades, y que están bajo la protección de 1.717 hombres de la policía.

La mayoría de los cultivos de la zona eran usados por las bandas de narcotraficantes que comandaban los ex comandantes paramilitares, antes de ser extraditados a Estados Unidos el pasado 13 de mayo, y ahora las guerrillas quieren apoderarse de esos terrenos, agregó el jefe policial.

En lo que va de año, un total de diez personas han muerto y más de 30 resultaron heridas en las tareas de erradicación manual en esa zona del departamento de Antioquia y de ahí que se haya optado por un plan combinado para zonas de difícil orden público.

Sin embargo, las áreas sembradas continúan expandiéndose en todo el territorio colombiano y según el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC), conocido este miércoles, crecieron un "sorprendente" 27 por ciento en 2007.

Según el informe, los cultivos de hoja de coca en Colombia eran de 99.000 hectáreas en 2007, comparado con las 78.000 hectáreas de 2006.