Lula defiende a los empresarios ante denuncias por la tragedia de los peones de la caña

Río de Janeiro.-  El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, atribuyó hoy a intereses extranjeros las "falsas acusaciones" contra la explotación de miles de trabajadores en los cañaverales, pero según científicos y activistas brasileños esa es una verdad que salta a la vista.

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(EFE)

Solamente en el valle de Guariba, en Brasil, hay en esta temporada unos 60.000 migrantes llegados desde el nordeste del país y del estado de Minas Gerais para cortar caña.

Lula defendió el combustible en un seminario con empresarios sobre "Responsabilidad Social y derechos Humanos" en la ciudad de Sao Paulo, capital del estado que alberga la poderosa industria de la caña de azúcar y etanol brasileña, líder del mercado global.

"El trabajo en el corte de caña es penoso, pero no lo es más que el de las minas de carbón que desarrollaron a los países desarrollados", argumentó.

Pero Lula usa una referencia negativa extrema en la historia económica mundial, muy distante de las modernas políticas de defensa a los derechos humanos y el trabajo digno, según sus críticos.

"Él nunca visitó un cañaveral", afirmó a Efe la religiosa Inés Facioli, coordinadora de la Pastoral en Guariba, desde el interior del estado de Sao Paulo.

"Las condiciones en los cañaverales son degradantes y difíciles, no solo de trabajo, sino también de vida", señaló.

Solamente en el valle de Guariba hay en esta temporada unos 60.000 migrantes llegados desde el nordeste de Brasil y del estado de Minas Gerais para cortar caña.

Desde 2004 hasta mayo pasado -cuando cayó uno más- han sido contabilizadas en Sao Paulo 21 muertes súbitas de peones de la caña, la mayoría en el propio horario de trabajo, dijo Facioli.

Un estudio de la Universidad Metodista de Paracicaba (interior de Sao Paulo) concluyó que la exigencia física de un cortador de caña "se asemeja a la de un maratonista".

"Lo que sucede en los cañaverales es semejante a un atleta que sobrepasa su límite de entrenamiento, en vez de correr cinco kilómetros, él intenta correr la distancia de un maratón todos los días", señaló Erivelton Fontana de Laat, coordinador del estudio.

En "apenas 10 minutos un trabajador corta 400 kilos de caña, da 131 golpes de machete y flexiona el tronco 138 veces", por lo que muchos peones sobrepasan el límite cardiorespiratorio tolerable a la salud, agrega en el documento.

Los empresarios niegan todas las acusaciones o argumentan que son casos aislados y no representativos. Pero los especialistas insisten en que el trabajo degradante es la norma generalizada para unos 400.000 braceros.

En mayo, Amnistía Internacional (AI) denunció el "trabajo forzado y condiciones de explotación" en la caña de azúcar, lo que fue atribuido por el Gobierno y empresarios a una batalla comercial movida por oscuros intereses externos.

Pero AI se basó en informes brasileños como los del "Grupo de Erradicación del Trabajo Esclavo", del Ministerio Público del Trabajo.

Cada peón derrumba hoy a machetazos al menos 12 toneladas de caña por día, bajo un sol aplastante y por un salario equivalente a 1,2 dólares la hora.

Lula dijo hoy que las mejoras en las condiciones de esos trabajadores dependerá de la mecanización de la cosecha de caña lo que a la vez abrirá un problema de desempleo.

"¿Qué haremos con millares de trabajadores? ¿Los sacamos de un trabajo penoso y permitimos que se conviertan en mendigos?", se preguntó.

Un dictamen reciente de la investigadora Sonia Hess para el ministerio Público del Trabajo de Mato Grosso do Sul refiere también problemas causados por la quema de los cañaverales.

"No se necesita una conspiración internacional contra la industria brasileña de etanol. Ese sector industrial por sí solo ya ha creado sus propios problemas", dijo hoy Hess a Efe.

Durante sus jornadas los peones son expuestos a sustancias como amoníaco, monóxido de carbono, ozono, metano, restos de agrotóxicos, y materias sólidas en suspensión.

Esas sustancias son relacionadas con males respiratorios y cardiovasculares agudos y crónicos, comunes a los trabajadores y a las familias que viven cerca de los cañaverales.

El informe de Hess señala "la comprobación científica" de que el método de producción actual de etanol en Brasil es "altamente perjudicial a la salud de las poblaciones vecinas".

También afirma "la constatación técnica" por los organismos de fiscalización del trabajo, de que los cortadores de caña se encuentran a veces sometidos a condiciones humillantes".

Como los braceros cobran por volumen cortado, si se detienen para ir al monte a orinar, pierden dinero.