¡Y nos dé su bendición!

¿Bacalao ajoarriero? ¿Rabo guisado? ¿Cuajada? ¿Albóndigas con tomate? ¿Pollo al chilindrón? ¿Lomo a la Navarra? ¿Caracoles en salsa? Sí, a todo eso y más huelen estas fiestas que celebran hoy el día del moreno patrón. Uno, que hasta zampa ya yogures naturales y cereales inflados en el desayuno, no tiene el cuerpo jotero ni la edad para echarse al coleto las barrabasadas que entre pecho y espalda se calzó en Sanfermines en su tierna adolescencia.

www.viajar24h.com (Flickr)

Pese a todo, a esos efluvios y peores olerán hoy Pamplona y aledaños: y a café bien negro y a kalimotxo inmundo y a sudor marrano y a mujer mojada y empapada hasta las tetas y a meados de gato y a tortilla de chorizo y a magras con tomate y a condón pringado y a cava calentorro y a purines de mono y a almendras garrapiñadas y a bocata de lomo con pimientos y a calzón cagado y a sexo salvaje y a petardo y a sosa cáustica y a patxaran fermentado y a alpargata putrefacta y a langostino cocido y a sangría de clarete y a testuz de morlaco, a yodo y a albero y a migraña.

Tremendo desahogo

Mientras cociné como un desgraciado, fui a desahogarme a menudo a esas fiestas del demonio. Nos juntábamos de noche después del trabajo y regresábamos al amanecer. A decir verdad, nos la pelaba el encierro con todos aquellos tarados corriendo como energúmenos: los mirábamos, sí, pero sin entender mucho toda esa vaina. Subíamos el puerto de Belate en un Seat 131 Diplomatic azul (había que tenerlos bien puestos para transitar por allá de madrugada) y una vez en plena Plaza del Castillo, pasábamos toda la noche de jota. Y aún nos quedaba energía al regreso, para arrear con quien se sentara a comer y cocinarle como los ángeles. ¡Qué tiempos Mariví!

La fiesta navarra es la Sodoma y Gomorra de todos los cocineros que, hasta el culo de trabajo, echan allí toda la bilis acumulada durante meses: todas las mesas servidas fuera de horario, las broncas con los proveedores que se pasan cuatro pueblos, los retrasos en el pago de las nóminas, las horas extras nunca abonadas… en cuanto caminas delante del Bar Fitero en la Estafeta, tienes la sensación de pisar como el mismísimo Salvatore Lucania, alias Lucky Luciano, el siciliano.

Es habitual ver por allá a afamados cocineros naufragando, abrazados a jamelgas, comiendo churros de La Mañueta mojados en moscatel de Julián Chivite, o en los toros, por la tarde, con su pañuelico anudado al cuello. Haz la prueba, si los ves, camina hacia ellos y verás como ponen la misma cara que ese bicho que se cruza en tu camino de noche y no puede evitar estrellarse contra el capó de tu auto… ¡pillados in fraganti, con la mano en muslamen ajeno! Guardo silencio, pues si escribo más me capan por chivato.

¿Y tus Sanfermines? ¿A qué huelen? ¿Qué hiciste y no olvidas, a quién viste en estado tan deplorable? ¿Qué comiste allá (bueno o asqueroso) que nunca jamás probaste? ¿Cómo era de putrefacto ese guisado que te chorreó por encima en tendido de sol y plena faena del Litri? Cuéntanoslo aquí, escríbelo con todas sus letras, se valiente y desahógate como un mandril del zoo de Barcelona: ¡ahora o nunca, que tú puedes!