Un Magreb dividido influye en su percepción del proyecto euromediterráneo

Rabat.-  Diferencias políticas y rivalidades históricas entre los países del Magreb afectan a su percepción de las posibilidades de éxito de la Unión por el Mediterráneo (UPM) que el domingo inaugura con su primera Cumbre en París un proyecto controvertido.

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(EFE)

El presidente de Gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero (3i), conversa con la presidenta del Gobierno de Finlandia, Tarja Halonen (d), en presencia del entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, Pasqual Maragall (i), durante la recepción-almuerzo ofrecida al término de la reunión de la Cumbre de Jefes de Estado del Euromediterráneo, que se celebró en Barcelona en 2006.

Lanzada en Tánger (norte de Marruecos) el pasado octubre por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, con la intención de dotar con programas concretos la cooperación entre la Unión Europea (UE) y los países ribereños del Mediterráneo, la UPM ha suscitado esperanzas de una nueva relación Norte-Sur.

Pero, como demuestra la ausencia anunciada del líder libio, Muamar el Gadafi, la confirmación de último momento de la asistencia del argelino Abdelaziz Buteflika o la incertidumbre sobre el nivel de representación marroquí en la capital francesa, el proyecto suscita reacciones que van desde el matizado entusiasmo, pasando por la tibieza, y hasta llegar al rechazo.

A París acudirán los 27 miembros de la Unión Europea y se espera a los líderes de Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Líbano y Siria, mientras que por Israel asistirá el primer ministro, Ehud Barak, y también estará el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abas.

Hace un mes, Gadafi calificó de "afrenta" a los países árabes el proyecto estrella de la presidencia de turno francesa de la Unión Europea y lo calificó de "idea pasajera y momentánea" que puede "atentar contra la unidad" de países árabes y africanos.

El líder libio afirmó que los proyectos económicos propuestos dentro de la UPM son "un cebo" y "una especie de humillación" para los países árabes y agregó: "nosotros no somos ni hambrientos, ni perros para que nos echen huesos".

Y esta misma semana agregó que la UPM será "una humillación" para la ribera sur, una nueva forma de colonialismo y una "división racista" del continente africano.

Además, a Argelia, Libia y Mauritania no les agrada la idea de compartir mesa con Israel sin obtener de este país concesiones en las negociaciones de paz con los palestinos y con Siria y el ministro de Exteriores argelino, Murad Medelci, apeló incluso a que en París se demande a Jerusalén por escrito la retirada de todos los territorios ocupados desde 1967.

En Marruecos las autoridades no se han destacado en sus declaraciones oficiales con rotundas manifestaciones de apoyo y también se advierte que la solución al conflicto entre israelíes y palestinos podría allanar el terreno a proyectos específicos de cooperación con la UE.

"Si no se crea un Estado palestino, el proceso no estará exento de fallas porque las mismas causas que contribuyeron al fracaso del Proceso de Barcelona seguirán estando ahí", asegura a EFE Abdelhak Azzouzi, presidente del Centro Marroquí Interdisciplinar de Estudios Estratégicos e Internacionales (CMIESI).

"La creación de un Estado palestino es una condición 'sine qua non' para el éxito de la UPM", afirma Azzouzi, que se hace eco de una declaración que, en este sentido, aprobaron el pasado junio en Fez casi doscientos participantes en un congreso dedicado precisamente a estudiar el proyecto de la UPM.

En su opinión, los países del Magreb acuden a la cita de París sin que haya "un punto de vista común" entre ellos: "cada país representará sus propios objetivos".

Y recuerda que "ya la Unión del Magreb Arabe (UMA) está agonizante dados los problemas políticos entre los países que la forman".

Efectivamente uno de ellos, y no menor, interesa principalmente a dos de los actores esenciales del Magreb -Argelia y Marruecos- enfrentados desde hace décadas por el conflicto no resuelto del Sáhara Occidental, estancado a pesar de la reapertura del diálogo ahora hace un año bajo los auspicios de las Naciones Unidas.

Escasos de voluntad unánime en apoyo del éxito de la iniciativa, los países del Magreb pueden estar tentados de mantener la prioridad en la mejora de sus vínculos bilaterales con la Unión Europea, como apuntó Azzouzi en relación con la posición oficial marroquí.