Candelario (Salamanca) abre u museo teatralizado sobre su esplendor chacinero

Candelario (Salamanca).-  El Ayuntamiento del municipio salmantino de Candelario ha inaugurado hoy el Museo de la Casa Chacinera para mostrar al público, apoyado en una escenificación, esta actividad que fue la más importante en esta localidad desde el siglo XVI.

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(EFE)

Uno de los actores del museo escenifica a un mozo que baja una "banasta" (cesta) con chorizos desde el desván para que sean vendidos.

Germán Martín, alcalde de esta municipio, ha explicado a EFE que la zona museística es una casa que está divida en tres partes.

La planta baja se utilizaba para meter el embutido en la tripa; en la primera se encontraban la cocina, las alcobas, las salas y el "escampiaó" o descansillo ancho para que los mozos que bajaban y subían del sobrado con cestas de embutido no se chocaran; y en el desván se curaba todo el embutido, sobre todo los salchichones, las longanizas y las morcilla.

Candelario llegó a tener a principios del siglo XX mucha importancia a nivel nacional en la comercialización del embutido de cerdo, con unas ventas que eran supervisadas por el conocido como "señor" de la casa, encargado de la administración.

Esta casa del número 3 de la calle Perales de Candelario, reconvertida ahora en museo tras la intervención municipal, tiene entre sus atractivos que "las costumbres del pueblo y la actividad chacinera se descubrirán, además de por la contemplación, también por la escenificación que realizan cuatro jóvenes".

En la zona de la cocina, en la primera planta, los visitantes observarán que la chimenea se ha cambiado por lo que en este municipio llaman "zarzo", una especie de rejilla que deja subir el humo hasta el desván, para que el embutido se cure más rápido.

El señor y la señora de cualquier casa chacinera de Candelario, de las 103 que hubo entre 1900 y 1920, se encargaban de coordinar la labor de los mozos que contrataban entre noviembre y febrero, llegados de toda la comarca de Béjar (Salamanca), aunque sobre todo de Tremedal (Ávila) y La Garganta (Cáceres), municipios próximos a Candelario.

Ana María Cerrón, teniente de alcalde, ha asegurado a EFE que "los mozos, cuando dejaban de trabajar en la casa chacinera en el mes de febrero, marchaban cantando, debido a la dureza de los cuatro meses: ¡Candelario maldito quién te quemara, yo pondría la leña que me tocara!".

Los empresarios comercializaban gran parte de su embutido en Madrid y, según los responsables del museo, la bonanza económica era tal que "los dueños tenían una sartén con forma de eclipse sólo para el pescado y, además, tomaban a diario una jícara de chocolate, que por aquel entonces era signo de poder adquisitivo", ha relatado el guía del museo, Alberto Alonso-Ponga.

En la planta primera también llaman la atención las alcobas de los mozos que trabajaban en la temporada chacinera, unos cuartos de apenas cinco metros cuadrados amueblados con una cama, una palangana y el orinal.

La sala de la primera planta la habitación estaba reservada a los dueños, con alcobas más grandes, un escritorio para el señor y una camilla para la señora, con todos los utensilios necesarios para labores de bordado o bolillos.

Llama la atención también una cesta que hay colgada en la sala de la alcoba, conocida entre los candelarienses como "excusabarajas", donde se guardaban las perrunillas, un dulce de pasta, para que los niños no las alcanzaran.

Este museo también muestra el traje típico femenino de Candelario, el "Traje de La Candelaria", que se distingue del resto por un pañuelo, denominado "serenero", de color verde que se ajusta al pecho.

En la parte del desván era donde se curaban los embutidos, de entre los que destaca el tradicional chorizo de Candelario o la morcilla de calabaza, que se distingue porque no lleva sangre y únicamente se fabrica con carne y calabaza.

La relevancia del chorizo de Candelario ha sido tal que Felipe IV nombró al vecino de esta localidad apodado Tío Rico proveedor oficial de chorizo de la Corte Real.