Toto Bona Lokua dejó con hambre a sus fans en La Mar de Músicas

Cartagena (Murcia).-  La noche y la madrugada se fusionaron en el filo cuando tres voces del África Negra: Gerald Toto, Richard Bona y Lokua Kanza empezaron a horadar una piedra de granito, bautizada como concierto, con la emisión de dulces y susurrantes sonidos guturales.

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(EFE)

El congoleño Lokua Kanza, el camerunés Richard Bonan y el antillano Gerald Toto (de i a d), componentes de la banda "Toto Bona Lokua", durante el concierto que ofrecieron esta noche en el Festival de Mar de Músicas.

Los tres cantantes y músicos: el congoleño Lokua Kanza, el camerunés Richard Bonan y el antillano Gerald Toto -líderes de la banda que lleva sus apellidos "Toto Bona Lokua"- acudieron al Festival de La Mar de Músicas para presentar su único álbum y homónimo "Toto Bona Lokua" (2005).

Sus voces se fusionaron en el espectáculo a pesar de la potente presencia que tiene cada una de ellas en sus carreras artísticas e individuales, pero que un día decidieron reunirse para formar una banda en la que pudiesen dar rienda suelta a sus espíritus creadores.

Desde su primer tema, "Where I came from", sus gargantas escalaron en el pentagrama invisible notas que cabalgaban sobre las líneas negras, en las cuales se registraban los movimientos de percusión y cuerda vivificados por los instrumentalistas Etiene Stadwijk, Patrick Goraguer y Ernesto Simpson.

Todo ello, en un concierto que se celebró en un espacio al aire libre, un patio vacío que se denomina "Patio de Armas" -antiguo cuartel- y está emplazado en el casco antiguo de la ciudad de Cartagena, y que fue su marco perfecto en una oscuridad en la que el viento retornó a su cualidad de brisa marina.

Y, seguidamente, la banda tocó "Kwalelo", tema que coloreó con tonos altos y vivos con aroma del sur de África-, y que dio paso al maravilloso "Flûtes", en el que Richard Bona -considerado uno de los bajistas mejores del mundo- abordó con un solo una travesía.

En la que, rodeado de silencio, sus dedos trazaron un esbozo para revelar imágenes estereoscópicas en blanco y negro, que saltaban a la imaginación en ese logro de pulsión infinita de sonidos.

Todo un lujo, que junto a sus compañeros de banda generaron un clima de ritmos africanos que conjugados con toques de jazz, pop y rhythm and blues ofrecieron música ecléctica a un auditorio reducido, al que le supo a poco el repertorio de nueve canciones.

Y es que la gente se quedó con apetito, a pesar de que disfrutaron de la interpretación magnífica de la canción "Shadow Dancers", en la que el congoleño Lokua Kanza con su solo indujo al comienzo de un estado de meditación.

En el que los danzantes de la sombra de dicha canción giraban activados, por los acordes de su guitarra, sobre su propio eje, cuán derviches proyectasen sombras chinescas.

Posteriormente, llegó "Dipama", que indujo al amor, a decir a la amada que siempre habrá más noches en su vida con encanto mientras resuenen en sus oídos esa canción.

Y, así, susurrando palabras calladas y con toques de espiritualidad las guitarras de los tres cantantes modelaron las curvas de las cajas que portaban las cuerdas que en su cáliz de nobleza ofrecieron un vino de reserva llamado "Ghana Blues".

Lokua, Bona y Toto dieron un recital con momentos muy buenos, pero les faltaron regalar un poco más de tiempo a su público que, tras concluir con "Lisança", permaneció de pie sin querer moverse del recinto.

A pesar de que la banda interpretase "Freedom", que arrancó con la voz de Gerard Toto como si se tratase de un alma con voz de vieja dama que entonara palabras en el fondo de su garganta y fuese poco a poco destilando un tono tras otro.