Una ola de microprotestas devuelve a La Paz su carácter de "marchódromo"

La Paz.-  Una ola de "microprotestas" de jubilados, campesinos, discapacitados, enfermos renales y hasta vendedoras de cerveza devolvió hoy a La Paz su antiguo carácter de "marchódromo" boliviano, como solía ser mucho más habitual antes del Gobierno de Evo Morales.

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(EFE)

Con bloqueos casi cada dos cuadras en la avenida del Prado, la arteria principal de la ciudad permaneció hoy intransitable al tráfico ante la mirada acostumbrada y resignada de los peatones, curtidos en protestas mucho más violentas.

Con bloqueos casi cada dos cuadras en la avenida del Prado, la arteria principal de la ciudad permaneció hoy intransitable al tráfico ante la mirada acostumbrada y resignada de los peatones, curtidos en protestas mucho más violentas.

De norte a sur, en lo que se podría llamar un auténtico paseo de las manifestaciones, una asociación de discapacitados exigía un bono mensual, los jubilados que se suspendan las reducciones en sus rentas y unos enfermos renales un mejor trato en el Hospital Obrero.

No lejos del Prado, unos campesinos amenazaban con quemar la sede de la Vicepresidencia si su comunidad no es elevada al rango de municipio, y todavía más al sur, un grupo de minoristas de cerveza exigía poder vender en un próximo desfile de universitarios.

Todas con algo en común, el número de policías superaba en mucho al de los protagonistas de la protesta. Donde más, en la de los discapacitados, que con sus muletas y sillas de ruedas amanecieron literalmente cercados por los agentes.

"Para cada uno de nosotros nos mandan 10 ó 20 policías. Nos tratan peor que a delincuentes", denunció a Efe Teclo González, presidente de la Federación Departamental de Personas con Discapacidad.

A pesar de los policías y sus arneses cargados de gases lacrimógenos, los discapacitados volvieron a cortar el tráfico a primera hora de la tarde, justo para entrar en directo en los informativos de televisión.

El grupo de González permanece apostado desde el lunes en la plaza de la Iglesia San Francisco, en el extremo norte del Prado, donde duermen para exigir un "bono de equidad" anual de 5.000 bolivianos (menos de 700 dólares).

Aseguran que el año pasado el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, se comprometió a concedérselo, y que el viceministro de Movimientos Sociales, Sacha Llorenti, hace tres meses les anunció que en menos de una semana lo tendrían.

A menos de cien metros, poco más de dos docenas de jubilados mantuvieron cortado el tráfico del Prado hasta que, cerca del mediodía, un grupo de agentes antimotines llegó y momentáneamente logró abrir un carril.

Sin embargo, tras unos breves roces y algún conato de enfrentamiento, los jubilados consiguieron que se volviera a interrumpir la vía.

"No nos importa morir. Hay que estar preparados para inmolarnos", gritaba en un aparcamiento interior uno de los 30 ancianos del piquete de "huelga de hambre" que montaron junto a un dispensario del Gobierno donde se repartía arroz a bajos precios.

La disposición a morir por la causa de los jubilados contrastaba con el "queremos vivir" que gritaba dos manzanas más abajo un grupo de enfermos renales, que también mantuvo por instantes cortado el tráfico en el Prado.

A los enfermos no los disolvió la policía, pues los automóviles volvieron a tener expedito el paso cuando escenificaron un conato de toma de la Caja Nacional de Salud, otra vez por "casualidad" justo al llegar un grupo de cámaras de televisión.

Cargando un ataúd, los enfermos de riñón coreaban "si vienes a la Caja te van a matar", con carteles en los que se podía leer su exigencia de "medicamentos, personal y trasplantes".

A sólo dos cuadras, en las puertas de la Vicepresidencia, el dirigente campesino Serapio Yujra coordinaba otra protesta, con dos de sus compañeros "crucificados", como habitualmente hacen los sindicalistas en Bolivia, es decir atados a un travesaño, sin clavos y con los pies en el suelo.

Yujra explicó a Efe la exigencia de su comunidad, Omasuyo, en el altiplano andino a unos 85 kilómetros de La Paz, de ser elevados a la categoría de municipio.

Llegaron el lunes y mantuvieron bloqueados los tres accesos del edificio, hasta que accedieron a abrir dos de ellos cuando les prometieron una respuesta desde el Gobierno.

"Nos sentimos burlados", comentó Yujra, quien anunció que sus compañeros estaban también dispuestos a inmolarse por lo que consideran traerá "desarrollo y bienestar" a su comunidad.

Continuando el paseo hacia el sur y cuando parecía que ya se habían terminado las protestas, un grupo de dos docenas de policías antidisturbios saltó de la parte de atrás de una camioneta, con sus cascos, sus chalecos y sus escudos, para proceder a arrinconar a unas pocas mujeres.

Se trataba de vendedoras minoristas de cerveza, que con petardos e ininteligibles consignas también trataban de cortar el poco tráfico que hasta esa zona llegaba.