Las palizas no son sólo cosa de chicos

MADRID.-  El último caso de una agresión hacia una menor ecuatoriana en Colmenarejo, grabada en vídeo y difundida por Internet, llama la atención no sólo por la violencia (física y verbal) de la paliza, sino por el hecho de que tanto las agresoras como la víctima son chicas.

Katielips (Flickr)

Y es que pegar no es sólo cosa de chicos. Según Alicia Rodríguez Núñez, profesora de Derecho Penal en la UNED, el hecho de que haya casos de agresiones físicas entre chicas puede deberse a que la creciente igualdad entre hombres y mujeres alcanza todos los ámbitos, "incluida la violencia". "Las agresiones físicas entre mujeres adolescentes son de las mismas características que las de los chicos", asegura. Pero sigue llamando la atención ver a chicas tan jóvenes desplegando tanta brutalidad. No obstante, los casos de delitos violentos protagonizados por mujeres siguen siendo muy inferiores a los casos masculinos. "Nos hemos encontrado con que las mujeres suelen tener una especie de freno que les hace más difícil cruzar la línea de la violencia física", afirma Cristina Rechea, Catedrática de Psicología, y autora del estudio Conductas antisociales y delictivas de los jóvenes en España, "Sin embargo, cuando la cruzan, no hay diferencia en la intensidad de la violencia".

Violencia en menores

Aun así, casos como éste constituyen una excepción. "Agresiones de esta brutalidad no son habituales", aseguran desde la oficina del Defensor del Menor. En esto está de acuerdo Cristina Rechea, quien considera que no es bueno que casos aislados como este se consideren comunes, aunque es preocupante el aumento de grabaciones de agresiones físicas que se difunden a través de la red y los teléfonos móviles.

¿Qué razones están detrás de agresiones de este tipo? "La agresividad la llevamos todos dentro", señala Alicia, "Pero la violencia la aprendemos". En efecto, las conductas violentas en adolescentes responden muchas veces a la influencia de factores del entorno: una familia desestructurada, la falta de un modelo adulto a seguir, etc. Por eso, a la hora de investigar estos casos se tiene muy en cuenta las circunstancias que rodean a los agresores.

¿Qué se hace con los agresores?

Las medidas en casos como este suelen dirigirse a la reeducación y la rehabilitación de los agresores. De hecho, según los expertos, las medidas educativas y socializadoras tienen mejores resultados que las medidas punitivas en los casos de delincuencia en menores. "La delincuencia juvenil ha disminuido en los últimos años porque se está trabajando más la prevención y la educación", según Alicia Rodríguez. La Ley del Menor establece un rango de medidas muy amplio, desde charlas de concienciación hasta el internamiento en régimen cerrado, para casos extremos. Una figura que está tomando cada vez más relevancia en los delitos de menores es la de la mediación, en la que se reúne a ambas partes de un conflicto, junto con psicólogos, para tratar de encontar una solución antes de emprender medidas judiciales. Esto no serviría para casos extremos, como el de Colmenarejo, pero sí para casos de faltas leves. "Lo habitual suele ser o ir a juicio, o solucionarlo a palos", dice Rechea, "Pero hay que aprender a resolver los conflictos de forma más calmada, y enseñar a los jóvenes a hacerlo".

Y qué pasa con las víctimas

Aunque la atención muchas veces se centra en la reeducación de los agresores, no hay que olvidar que las víctimas también deben rehabilitarse. "Es fundamental que dejen de ser víctimas cuanto antes", comenta Cristina Rechea. Y para ello hay que asumir que lo que ha pasado, ha pasado. Con ayuda psicológica, se apoya a las víctimas de agresiones para superar lo ocurrido y seguir haciendo una vida normal, pero muchas veces los procesos judiciales dificultan esta superación, al alargarse durante años.