Un paseo por la Corredera

CÓRDOBA.-  Cuando a uno le hablan de Plaza Mayor, lo primero que se le viene a la cabeza es la de Madrid o como mucho la de Salamanca. Sin embargo, en Córdoba también existe una, la Plaza de la Corredera, única plaza mayor cuadrada de toda Andalucía, con un ambiente estupendo y en la que sentarse tranquilamente a ver pasar la vida, aunque sólo sea durante un par de horas, es una terapia recomendable tanto para turistas como para lugareños.

RBolance's (Flickr)

Situada hoy en día en pleno centro, cuentan las crónicas que es posible que antiguamente, en tiempos de los romanos, ocupase parte del emplazamiento del Circo, esa especie de añejo Pressing Catch donde hercúleos bigardos se hacían pupita de verdad ante una enfervorizada afición que, por cierto, no ha variado mucho con los años.

RBolance's (Flickr)

Ambientillo en la Corredera.

Hasta el siglo XVI, la plaza tan sólo era una gran explanada extramuros utilizada para intercambios comerciales, pero en 1683 salió adelante el proyecto del arquitecto salmantino Antonio Ramos Valdés y construyó un rectángulo semirregular de 113 metros de largo y 55 de ancho. Desde entonces, la plaza se convirtió en una especie de 'Carrefour' al aire libre, donde en una esquina había un puestecillo en que te podían vender unos calzones de fantasía, en otro encasquetarte un mágico crecepelo capaz de generar pelusa en la calva de Yul Brynner, o incluso se podía encontrar a mitad de precio la propia silla de montar que tres días antes le habían birlado a uno mientras se alicataba con los amigotes en la taberna.

Este carácter comercial, que se sigue manteniendo en la actualidad gracias a los pequeños comercios situados en los soportales que le dan un toque retro muy peculiar, quedó muy bien reflejado por don Pío Baroja en La Feria de los Discretos:

… no había dejado de los arcos rinconadas
sin puesto ni columna sin tenderete al pie

Antonio Castro

Imagen del mercado medieval.

Además de ser un lugar comercial, su forma y dimensiones la han convertido también en lugar de esparcimiento donde los cordobeses disfrutan de espectáculos de todo tipo. Quizá el más importante haya sido el de plaza de toros, desde el siglo XVI a principios de XIX, aunque también se celebraban juegos de caña, o ya en nuestros días, además de conciertos y demás actuaciones, tiene lugar un colorido mercado medieval, donde es posible que cuente entre sus filas algún descendiente de aquellos pájaros que le mangaron la silla de montar a nuestro tatarabuelo Perico.

La plaza resulta un sitio ideal para tomar el aperitivo en invierno, en una de las múltiples terrazas de sus bares. Sobre todo el clásico domingo resacoso, donde uno necesita espacios abiertos y tranquilos en los que poder sentarse a leer el periódico sin que nadie le chille al oído. En verano, si se estima el pellejo, deja la visita para la hora de la cena, cuando el amigo Lorenzo se queda en casa viendo el canal 47 tras tirarse todo el día fundiendo la city con su soplete.

Por último, recomendaría una pequeña librería de viejo que hay en la Corredera, con una anchura de cómo mucho dos Joselitos tumbados, pero que guarda entre sus paredes el inconfundible olor a papel, tinta y recuerdos que son aspirados profundamente por cada cliente que entra en aquel pequeño santuario del conocimiento.