Putin demuestra en Osetia que sigue siendo el jefe

Desde que el presidente ruso Dimitri Medvedev ganara las elecciones, en el mes de marzo, nunca estuvo clara la frontera entre sus atribuciones y las del primer ministro ruso y ex presidente, Vladimir Putin. Poco a poco, Putin ha ido ampliando sus responsabilidades para alcanzar un protagonismo que se ha hecho aún más evidente en la gestión de la crisis de Osetia del Sur.

(EFE)

Putin sigue al mando.

Días antes de abandonar el asiento presidencial, Putin aprobó un decreto que ampliaba sus futuras atribuciones como primer ministro. Por ejemplo, se apropiaba de la facultad de controlar a los gobernadores provinciales. De forma paralela, se alumbró un proyecto de ley que redistribuía las obligaciones del Gobierno entre los distintos ministerios y departamentos, liberando a Putin de ciertas operaciones: "Putin podrá concentrarse así en actividades extra-gubernamentales, es decir, actuará como un presidente a la sombra", según la lectura de Antonio Sánchez en "Claves de la Rusia de Medvedev", artículo publicado por el 'Real Instituto Elcano'.

Hace menos de un mes, Dimitri Medvedev anunció que se desprendía de la iniciativa a la hora de diseñar las estrategias en Política Exterior y cedía esa responsabilidad a la oficina del Primer Ministro o, lo que es lo mismo, a las manos de Vladimir Putin. No ha transcurrido ni siquiera un mes desde aquel viraje y Rusia ha entrado de lleno en el conflicto de Osetia del Sur.

Actitudes hacia el conflicto de Osetia

Hasta el momento, en la gestión del conflicto de Osetia se han involucrado activamente los dos dirigentes rusos. Durante el estallido del conflicto, Medvedev se encontraba de vacaciones, mientras que Putin estaba en la ceremonia inaugural de los Juegos en Pekín.

Sin embargo, Vladimir Putin ha mantenido un papel mucho más activo. La primera reacción rusa a la entrada de las tropas georgianas en la zona de Osetia del Sur controlada por los secesionistas llegó desde la capital china: "Habrá medidas de respuesta", dijo Putin. Además, el primer ministro abandonó la capital china y puso rumbo al corazón del conflicto, para visitar a un buen número de refugiados osetas en Vladikavkas, la capital de Osetia del Norte.

Tras la visita al terreno, Vladimir Putin se dirigió a Moscú para informar a Medvedev de los encuentros que había mantenido con las víctimas del conflicto. Entonces, el primer ministro acusó a Georgia de perpetrar "un genocidio" en la provincia. Además, desde que estalló el conflicto, Putin aprovechó para advertir contra la entrada de Georgia en la OTAN, como ha venido repitiendo en los últimos meses.

Medvedev también ha querido mostrar un carácter enérgico y resolutivo, de modo que fue el encargado de ordenar el empleo de las Fuerzas Armadas para "imponer la paz a la parte georgiana". Del mismo modo, Medvedev ha mantenido conversaciones de alto nivel con otros dirigentes, como George Bush.

Sin embargo, las acciones de Medvedev chocan de nuevo con la actividad de Putin, quien también ha mantenido un contacto muy fluido con otras personalidades. Ya charló con Bush en Pekín, cuando ambos coincidieron en los Juegos Olímpicos, y también ha hablado con Sarkozy para debatir sobre la situación en Osetia. De este modo, la intensa actividad con la que Putin ha encarado el conflicto oseta puede servir para entender mejor el efectivo reparto de funciones en la cúpula del poder ruso.