El talento joven impulsa a Costa Rica hacia la tecnología espacial

San José.-  Con la mirada puesta en un futuro no muy lejano, Costa Rica se está convirtiendo en un centro de tecnología espacial que ha unido el ingenio de varios jóvenes científicos y el impulso del ex astronauta costarricense Franklin Chang.

ampliar foto

(EFE)

En la imagen, el ex astronauta Franklin Chang Díaz (d) y el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, el 15 de julio de 2006, cuando comenzó a desarrollar un motor plasma para un cohete espacial.

Un motor super rápido, que podría llevar al hombre a Marte o realizar otros viajes espaciales, y una singular máquina para hacer café en el espacio al modo tradicional son los dos primeros proyectos con sello costarricense que buscan introducir a este país centroamericano en el turismo, el comercio y la investigación sideral.

Desde hace un par de años, Chang, uno de los astronautas con más viajes al espacio en la historia, siete en total, desarrolla en su empresa Ad Astra Rocket un motor de plasma que permitirá al hombre viajar a mayor velocidad fuera del planeta y posiblemente llegar a Marte.

La compañía de Chang tiene una sede en Houston, donde ha desarrollado buena parte del motor, y otra en la localidad de Liberia, el Pacífico norte de Costa Rica, donde ha reclutado jóvenes talentos para fabricar la sofisticada cámara de enfriamiento del motor.

Hasta el momento, los resultados han sido óptimos y se espera que el próximo año se construya el prototipo que efectuará la primera prueba de vuelo en el espacio.

Ronald Chang, hermano de Franklin y director de Ad Astra Rocket en Costa Rica, dijo a Efe: "para mí es un sueño hecho realidad porque demostramos que podemos competir perfectamente en el mundo espacial, en la tecnología punta, y que no implica mucho dinero, sólo usar el cerebro".

Los esfuerzos de Ad Astra Rocket para impulsar el talento de la juventud costarricense van más allá y recientemente se ha firmado una alianza con el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) que ya está dando sus primeros resultados.

Josué Solano, de 23 años, y Daniel Rozen, de 24, graduados de Ingeniería Electromecánica, presentaron esta semana la máquina llamada "Infusor Espacial", la primera capaz de preparar café en el espacio mediante el método terrícola, y que también podrá utilizarse para investigaciones con plantas medicinales.

Rozen explicó a Efe que en el espacio sólo se podía calentar agua en hornos de microondas, porque con la forma tradicional el vapor se queda abajo en el recipiente (a causa de la falta de gravedad) lo que provoca que el agua de arriba se mantenga fría.

El "Infusor Espacial" lo que hace es calentar la totalidad del agua a 90 grados centígrados y "chorrear" (filtrar) el café como se hace en cualquier cocina de la Tierra.

Esta máquina trabaja por medio de la infusión, un proceso mediante el cual se introduce agua en sustancias orgánicas para extraer sus partes solubles, por lo que también servirá para hacer investigaciones que determinen la reacción de enfermedades ante sustancias medicinales en las condiciones que imperan en el espacio.

Ronald Chang explicó que cuando reunió a los dos jóvenes del TEC con Franklin Chang, el ex astronauta "no les dijo mucho, más bien los asustó un poco porque, al principio, solo les hizo preguntas sobre física pura".

"Todo el mundo habla de Franklin Chang como la persona que ha cambiado la mentalidad de lo que es el espacio sideral en Costa Rica, mientras mi función es hacer que gente común y corriente se dé cuenta que puede" hacer cosas importantes, afirmó Ronald.

Añadió que "normalmente los jóvenes no piensan que no se puede, por el contrario, se emocionan porque tienen la mente muy abierta".

Para Ronald Chang el "Infusor Espacial" es ya "un pequeño éxito" que permitirá a sus inventores buscar financiación con empresas poderosas.

"El paso que sigue es buscar que la máquina "infusor" pueda ser financiada por una empresa grande farmacéutica o de café, que nos permita hacer un prototipo para llevarlo al espacio en los próximos tres años", declaró Chang.