El delicado mundo de los obituarios precocinados

No hay redacción que se precie que no tenga una buena lista de obituarios preparados para publicar en caso de que un personaje de relevancia muera. Una lista que es sagrada y que no debe tocarse hasta el momento justo del fallecimiento, ese momento en el que hay que recordar qué significó su existencia y qué legado deja. Preparar un obituario para un personaje como Fidel Castro o Paul Newman puede llevar a un periodista especializado y rápido un par de días. Así que normalmente, por orden de los jefes de sección, se prepara la información y se ubica en lo que periodísticamente se conoce como 'nevera', para ser publicada nada más conocerse la noticia del fallecimiento.

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EFE

El de Steve Jobs, el último obituario por error.

Aun teniendo la información perfectamente organizada y bloqueada ni la más veterana de las redacciones está libre de cometer el error más temido por un periodista: dar por muerto a un personaje que todavía está vivo.

Esto mismo es lo que le ha pasado hace unos días a la agencia de noticias Bloomberg, que publicó nada más y nada menos que 17 páginas de obituario de Steve Jobs, presidente de Apple. El malestar de la compañía no tardó en llegar y la agencia rectificó tan pronto como pudo pero ahí quedaron las 17 páginas de halagos a la trayectoria profesional del visionario tecnológico con sus correspondientes 'XX' en el lugar de la fecha y su 'NO PUBLICAR' en el titular.

En defensa de la persona que cometió el error, hay que decir que un sólo clic en internet puede suponer la publicación de una información sin la posibilidad de rectificación, ya que todo queda indexado. Aunque la noticia se publique durante un par de minutos solamente, si un lector hace una copia de una página y lo cuelga en su blog, la información se multiplica imparablemente y deja de estar bajo el control del medio.

Los periodistas estamos acostumbrados a hacer preguntas incómodas. Sin embargo, no estamos acostumbrados a responderlas. De todos los responsables de la sección de obituarios de los diarios de tirada nacional que ha consultado esta web, ninguno se ha atrevido a dar los nombres de los personajes que tienen obituario en reserva. Está considerado de 'mal gusto'. "Esa información no te la puedo dar", contesta contundente la responsable en el ABC, Rosario Sanz. Y es que ni siquiera soitu quiere que revele en este artículo nuestro gran secreto. Lo que si aseguran los que trabajan con obituarios es que personajes como el Papa Juan Pablo II, Rocío Jurado o Pinochet tenían grandes especiales preparados con mucho tiempo de antelación. En el caso del Papa incluso varios años.

El editor de obituarios del New York Times, Bill McDonald, respondió a las preguntas de los lectores en una campaña llamada Times's Talk to the Newsroom en el año 2006. McDonald confesó que el New York Times disponía en su archivo de 1.200 obituarios y que exigía que se pusieran las causas de la muerte de la persona si éstas eran conocidas.

Pero el mundo del obituario también lleva consigo una visión romántica de la vida y la profesión. Quién no recuerda a Monteiro Rossi, el becario de Pereira en la novela de Antonio Tabucchi 'Sostiene Pereira', que utilizaba las necrológicas de los fallecidos fascistas para atacar con dureza al régimen. O la historia de amor nacida entre la periodista Begoña Aranguren y José Luis de Vilallonga precisamente mientras ella le hacía una entrevista en vida a modo de obituario en su programa Epílogos de Canal +.

Para Lila Pérez, que coordina la sección de los obituarios de El País, este campo periodístico no es tan tétrico y morboso como pueda parecer. "A veces le descubres al lector un personaje que aunque no sea muy conocido por el gran público deja un legado que merece la pena saber. Es bonito transmitir ese lado de los personajes. Hace poco publicamos el obituario del Presidente de Zambia, Levy Patrick Mwanawasa. La mayoría de la gente no sabe quién es porque es de los pocos presidentes legales que tiene África y no ha dado escándalos. Así que quizá algunos lectores sepan de sus medidas anticorrupción y para modernizar la economía de Zambia gracias precisamente a su obituario".