Gordon Brown resiste gracias a la crisis, pero sólo el primer asalto

Londres.-  El jefe del gobierno británico, Gordon Brown, ha podido resistir el primer asalto de quienes buscan su sustitución al frente del Partido Laborista.

Y ello, gracias a la ayuda inesperada de la actual crisis económica, que le permite aparecer de pronto como el político con más experiencia para llevar la nave por aguas tan procelosas.

Brown, que no se caracteriza precisamente por la modestia cuando se trata de hacer exhibición de sus credenciales económicas, se presentó hoy una vez más como el hombre que necesita el país en este momento.

Preguntado por la BBC sobre si los miembros de su gobierno le apoyaban, Brown respondió sin dudar: "Creo que tenemos un gobierno muy unido. Y creo también que la gente en el Partido Laborista quiere que el gobierno actúe unido para hacer frente a los problemas económicos a los que nos enfrentamos".

Pese a los amagos de rebelión protagonizados por algunas figuras menores del partido en los días previos al congreso laborista que se celebra en Manchester, nadie piensa ya que, en las circunstancias actuales, Brown tenga que temer una revuelta abierta.

Los diputados disidentes, entre ellos algunas mujeres, que reclamaron la convocatoria de una elección interna al liderazgo laborista en este congreso, no consiguieron la masa crítica necesaria.

Según los observadores, ello se debió a que estaban desorganizados, carecían de una estrategia coherente y sobre todo a que les faltaba un líder.

Quienes pueden representar una amenaza seria para Brown - sobre todo el ministro de Asuntos Exteriores, David Miliband- debieron de pensar que no había llegado aún el momento y era mejor esperar.

Brown y sus más fieles no se cansan de insistir en que los ciudadanos no los perdonarían si los viesen pelearse entre ellos en lugar de aunar esfuerzos para paliar los efectos de la crisis.

Y el primer ministro no ha parado de elogiarse por sus últimas decisiones económicas -haber facilitado la adquisición del Halifax Bank of Scotland por el Lloyds TSB, evitando así un nuevo colapso bancario, haber prohibido las ventas al descubierto de acciones- y ha prometido además poner freno a los excesos de la City.

Así, nada más terminar el Congreso laborista, el próximo miércoles, Brown volará a Estados Unidos, según ha anunciado, para tratar con instituciones financieras y líderes políticos de la necesidad urgente de crear mecanismos de supervisión global del sistema financiero.

El problema, según le han recordado sus entrevistadores, es que durante toda la época de ganancias desorbitadas en la Bolsa, que están en el origen de las turbulencias actuales en los mercados, Brown no estaba precisamente en la oposición, sino que era ministro de Economía del gobierno de Tony Blair.

Fue una época de descontrol que permitió todo tipo de excesos en el mundo financiero cuyas consecuencias se ven ahora, pero Brown sólo reconoce ahora que se cometieron "errores" en la City y echa la culpa a otros: "Todo esto vino de América".

Gordon Brown sobrevivirá pues sin duda a este congreso, pero difícilmente podrá dormir tranquilo porque la tregua actual, forzada por las circunstancias, no es más que aparente, y tampoco es respetada por todos.

Así, el ex ministro del Interior Charles Clarke, puso hoy de nuevo en tela de juicio la capacidad de Brown para efectuar el cambio que necesita un partido que, según los últimos sondeos, está abocado a un auténtico desastre en las próximas elecciones.

Ningún miembro de primera fila del Gobierno se atreve a enfrentarse directamente al Primer Ministro, pero algunos muestran indirectamente simpatías en sus declaraciones públicas con los motivos de los rebeldes aunque critiquen su inoportunidad.