Regateo radical en Reino Unido: o tragas o te quedas con la casa

MADRID.-  Las tornas se han cambiado en el mercado inmobiliario británico. Lo que antaño era un arma empleada por el vendedor para elevar el precio en el último momento, asegurando que tenía otra oferta, se ha convertido ahora en una baza para el comprador, que espera a la firma del contrato para presionar al propietario de la casa con la amenaza de echarse atrás si no le hace una rebaja en el precio. La ética y la moral se guardan en un bolsillo, lo importante es conseguir el precio más bajo.

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El comprador tiene la 'sartén por el mango'.

El fenómeno, bautizado como gazundering, está suponiendo recortes de cientos de miles de libras esterlinas en el precio final apenas horas antes del intercambio, según comentan los agentes inmobiliarios locales.

Es lo que los negociadores españoles denominan "regate corto", una práctica que, según José Luis Ruiz, director de suelo y desarrollo de Savills, "es habitual en las negociaciones empresariales, donde la presión es mayor y la posición de fuerza es del que tiene menos prisa por comprar o por vender".

En Reino Unido, los vendedores prefieren aceptar esta bajada de precios 'in extremis' antes de arriesgarse a que el mercado caiga aún más. "En algunos casos, aceptan por la incertidumbre inherente de perder al comprador y con ello tener que reiniciar un nuevo proceso de búsqueda. Además, cuando los vendedores también se están comprando una propiedad, la prisa es mayor, y eso puede llevarles a intentar una práctica similar en su operación de compra, traspasando la pérdida al siguiente vendedor en cadena", nos explica el abogado Mark Heighton, socio de CMS Cameron McKenna en Londres.

Recientemente, se ha generado "una incertidumbre adicional" dentro del mercado de compraventa de viviendas británico, comenta Heighton. Y es que el Gobierno, con la intención de suavizar el impacto de la crisis inmobiliaria, ha planteado la suspensión, durante un año, del Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados para las viviendas valoradas por debajo de las 175.000 libras (221.261 euros), mientras que el resto mantendrá la presión fiscal.

En opinión de Heighton, esta medida ha podido incentivar la práctica del gazundering en aquellos casos en los que el precio de compraventa estuviese en el umbral de las 175.000 libras; ya que, pagar por debajo de este umbral supone ahora el ahorro del 1% de la tasa obligatoria al Ejecutivo.

¿Significa esto que es posible que el gazundering se generalice en España?

A salvo de estas prácticas

Según Heighton, está práctica británica podría importarse "a cualquier otro país donde el sistema legal no contemple el precontrato y se den dos factores: una rápida caída del valor de las propiedades y un número limitado de compradores". De hecho, este fenómeno no ha proliferado en todo el Reino Unido. Heighton asegura que no es común en Escocia, donde el sistema legal es diferente y sí se contempla la firma de un precontrato de compraventa.

En este sentido, Fernando Encinar, de idealista.com, considera que "es muy improbable que este fenómeno llegue a España", pues en nuestro país existe la figura del contrato de arras, que en los tiempos de 'vacas gordas' protege al comprador de una posible subida de precio en el último momento; y en los tiempos de 'vacas flacas', protege al vendedor de un intento de rebaja a última hora. Según este experto, sólo pueden tener problemas aquellos que confíen en un acuerdo verbal.

Por otro lado, Heighton nos explica que en Inglaterra y Gales pasa "al menos un mes" desde que comprador y vendedor acuerdan una transacción hasta que los trámites legales se concretan y ejecutan, y durante ese periodo "el valor de la propiedad puede subir o bajar", haciendo que cualquiera de las partes cambie de opinión.

En España, el contrato de arras también protege de posibles subidas y bajadas del mercado, ya que, como explica el abogado Lucio Rivas, en este contrato se debe estipular el precio y el calendario de pago, así como el tiempo que deberá transcurrir hasta la firma de las escrituras. Las 'rebajas', por tanto, deberán negociarse antes de firmar este preacuerdo.