El Premio Nacional de Ilustración se hace adulto con Arnal Ballester

El Premio Nacional de Ilustración, originariamente concebido para galardonar las mejores Ilustraciones de Libros Infantiles y Juveniles, llega a su madurez reconociendo la labor de Arnal Ballester, un profesional cuya labor va más allá del universo infantil.

A diferencia de la fotografía, calificada como arte en el sentido académico casi desde sus orígenes aún recientes, la ilustración siempre ha sido considerada como la hermana pequeña de la Pintura. Una hermana frívola, una eterna adolescente a la que las autoridades, el mercado y en ocasiones los lectores nunca se han tomado demasiado en serio.

Así era, hasta ahora, incluso en su galardón más prestigioso, el Premio a las Mejores Ilustraciones de Libros Infantiles y Juveniles, un reconocimiento que parecía ignorar que los ilustradores desarrollan una labor adulta, madura y crítica, muy semejante a la de los más admirados editorialistas y ensayistas que pueblan las páginas de nuestros periódicos.

Por fin, alguien en la Administración (muy probablemente, aconsejado por los responsables de las múltiples asociaciones de ilustradores del país) ha debido darse cuenta de que la ilustración no es sólo cosa de niños y ha decidido convertir ese premio en todo un Premio Nacional de Ilustración, sin discriminaciones de edad o público y con una dotación de 20 mil euros, que ya lo quisiera para sí el Premio Nacional de Diseño, por ejemplo.

El primer beneficiado de esta decisión ha sido Arnal Ballester (Barcelona, 1955) a quien ayer se le concedió el Premio Nacional de Ilustración 2008 y que ya lo había ganado (con su antigua denominación) en 1993.

Para aquellos que no le conozcan, Ballester es uno de los profesionales del dibujo más veteranos y elegantes de nuestro país que comenzó su andadura profesional (aunque por su estética y técnica actual parezca mentira) en revistas de humor míticas como Por Favor y El Papus, aunque pronto se fue decantando por la ilustración editorial para diarios y revistas, el cartelismo o la ilustración de cuentos infantiles.

Una buena noticia para Arnal Ballester y para todos los ilustradores, muchos de los cuales, antes o después, se verán recompensados con este nuevo devenir de este Premio Nacional.