¿Quién me asegura el burro?

Valladolid.-  Las reticencias que encuentran los propietarios de burros en España para suscribir pólizas de accidente que cubran los paseos turísticos a lomos de este animal y su elevado coste condicionan la rentabilidad de esta actividad, en auge dentro de la oferta alternativa del turismo rural.

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(EFE)

Francisco Camba (i), de la empresa 'El burro peregrino', que alquila burros y calesas para paseos turísticos, a lomos de uno de sus animales en Morales del Vino. Camba ha hablado con Efe de la dificultad que tienen las empresas del sector para encontrar aseguradoras dispuestas a suscribirles pólizas.

"La mayoría de las aseguradoras se niega directamente" cuando lo que se pretende contratar es una póliza de accidente para un paseo en burro, ha explicado a Efe Francisco Camba, representante de una de las empresas del incipiente sector, "El Burro Peregrino", que opera desde hace cuatro años principalmente en Castilla y León.

Cuando se le pregunta si el negocio es rentable dice que "es ruinoso", aunque con una media sonrisa finalmente reconoce que les da "para salvar gastos".

Al comprobar que las puertas de las aseguradoras se cierran cuando se habla de esta actividad, la mayor parte de las empresas optan por suscribir únicamente el seguro de responsabilidad civil, que no cubre los daños ocasionados al jinete por la caída del burro.

Decenas de establecimientos de turismo rural ofrecen ya a sus huéspedes la posibilidad de dar paseos en burro, aunque la responsabilidad de contratar un seguro que cubra los accidentes de los usuarios recae sobre las compañías que ofrecen el servicio, que no superan la docena en España.

Ante las dificultades para encontrar aseguradora y hacerlo a un precio razonable, la empresa de Camba, que cuenta actualmente con diez burros de variadas razas y dos caballos en Morales del Vino (Zamora), ha optado por el uso de calesas, sobre todo para los menores de edad, que son los casos que pueden tener una mayor repercusión judicial.

Recuerda con alivio el percance que les ocurrió con una chica que cayó del burro en el que iba montada sin asegurar y que se dolía "del famoso esguince cervical". "Intentamos resolverlo de forma amistosa pero finalmente nos denunció y fuimos a juicio. Por suerte el juez le preguntó que si alguien la había obligado a subir al burro o lo había hecho libremente y fue ella la que tuvo que pagar las costas del juicio", respira Camba, quien lamenta que haya "tanta picaresca".

El sector no es optimista respecto a la posibilidad de que se regule su actividad por parte de las administraciones públicas y se facilite de algún modo el acceso a los seguros por accidente.

En este sentido, insiste en que las aseguradoras que acceden a contratar la póliza pretenden que cubra "días concretos" y a las personas que van a subir en el burro, lo que en opinión de Camba "dificulta mucho" la flexibilidad de este servicio, que es demandado de un día para otro por turistas hospedados en establecimientos rurales.

Atrás ha quedado el histórico uso agrícola de los burros, encargados tradicionalmente de portar grandes pesos a sus lomos, ya que la 'carga' ahora es tener que soportar a niños y mayores que, en algunas ocasiones, desconocen la insustituible ayuda que prestaron a los campesinos.

Las estrecheces económicas del negocio de las que habla el responsable de "El Burro Peregrino" son compensadas porque sus titulares se lo pasan "muy bien" con las actividades que organizan y tienen otras ocupaciones laborales que les aportan ingresos.

Este amante de los burros afirma que, a pesar de la aparente recuperación de la población del animal en España por las ayudas públicas para promover su crianza, "aún hay muy pocos" y se queja de que en este sector también existen los "caza-subvenciones".