Urdiales corta una oreja, pero sigue sin salir de la zona templada

Madrid.-  Una oreja, el único trofeo en la tarde, cortó Diego Urdiales, hoy en Las Ventas, en una interesante corrida de Victorino Martín, cuyos toros dieron mucho más de sí para tan pobre balance.

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(EFE)

El diestro Luis Bolívar, da un pase con el capote al tercer toro de la tarde, durante la corrida que se celebra esta tarde en la Monumental de Las Ventas, en la que compartió cartel con Diego Urdiales y Antonio Ferrera, y se lidiaron reses de Victorino Martín.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Victorino Martín, justos de presencia, "tapándose" por las caras, y de juego variado. Los mejores el tercero y, sobre todo, el quinto; el primero también apuntó cosas buenas; el cuarto "se dejó" por el izquierdo, y el sexto fue noble y soso al cincuenta por ciento; el único "pájaro", el segundo. Corrida en conjunto muy bien valorada por el público, que aplaudió los arrastres del primero, tercero, cuarto y quinto.

Antonio Ferrera: estocada (pitos); y dos pinchazos y bajonazo (pitos).

Diego Urdiales: estocada (ovación); y estocada en dos tiempos (una oreja).

Luis Bolívar: estocada tendida saliendo volteado y descabello (ovación tras un aviso); y estocada tendida y ladeada (silencio).

En cuadrillas, oportunos quites del "tercero" Domingo Navarro, siempre muy bien colocado; y estupenda la forma de "torear" haciendo la suerte de varas del picador Ismael Halcón en el tercero.

La plaza tuvo lleno de "no hay billetes" en tarde progresivamente nublada y fresca.

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TOROS ENSALZADOS, EN DETRIMENTO DE LOS TOREROS

La gente tomó partido por la corrida. Y en realidad no fue mala. Pero hay muchos matices en contra de los toros que no se deben pasar por alto. Lo más llamativo, la falta de presencia. Sin el hierro de Victorino Martín hubiera habido escándalo con más de uno, sin ir más lejos con "la cabra" que hizo tercero.

Pero fue una corrida muy clara en muchos otros aspectos, con alto índice de toreabilidad como se dice ahora. Y lógicamente, todo lo bueno que se ensalce de los toros va en detrimento de los toreros.

A salvo Diego Urdiales, que cargó con el garbanzo negro, el segundo, con el que se mostró muy dispuesto, lo que no quiere decir tampoco que estuviera acertado; y en el buen quinto cuando menos estuvo a la altura de las circunstancias cortando la única oreja de la tarde. Aunque también este toro quinto fue de dos orejas y no de una sólo.

En aquel, ave de rapiña, que "se orientó" pronto, sabiendo lo que se dejaba atrás, mironcete y que iba al paso, Urdiales intentó torearlo como si fuese un toro normal. Y está claro, pasó sus fatigas. Procedía imponerse con un contundente macheteo sobre las piernas, que el de Arnedo no llegó ni a ensayar.

El quinto fue toro boyante, aunque también terminó yendo a menos. El de mejor condición del envío, se arrancó siempre por abajo y con temple. Urdiales lo toreó muy encajado, con gusto y ligazón, sobre todo por el lado derecho, pero yendo a menos conforme el toro también se apagaba. Al natural le faltó dejarle la muleta en la cara para ligar mejor los muletazos, que surgieron espaciados, de uno en uno. Hubo detalles de toreo genuflexo en el epílogo, pero sin redondear.

Urdiales paseó una oreja en vez de dos, símbolo de una temporada que despertó muchas ilusiones a raíz de su triunfo en San Isidro, y que de momento sólo le ha servido para moverse en la zona templada del escalafón.

Y si del riojano no se dicen cosas mejores, bastante menos hay para Luis Bolívar, que cuajó una faena intermitente a su buen primero, toro esmirriado aunque con clase. El hombre estuvo crecido, a ratos también compuesto, pero insuficiente. El sexto pecó de falta de "transmisión", y tampoco se acopló el colombiano.