Nada es lo que parece

El novio de Falete se ha secuestrado a sí mismo. Este suceso, que podría parecer una nimiedad, tiene revolucionada a la sociedad española. Con toda la razón. El 'autosecuestro express', vuelta de tuerca ibérica al tradicional secuestro express méxicano, describe a la perfección el caos y la falta de principios que reina en un país, el nuestro, muy aficionado a los delitos de carácter contorsionista. Una fechoría que no respeta categorías sociales o profesionales, cometida incluso por ilustres representantes de lo más granado e influyente de nuestra sociedad: periodistas de la talla de Martín Prieto, políticos del calibre de Bartolín (concejal del PP en un pueblo de Jaén)... y ahora, el novio de Falete.

Jose Manuel Vidal. (EFE)

¿Es Antonio Banderas realmente un actor con buen rollito y simpático?

En España nada es lo que parece. El juez Tirado y su secretaria, sancionados por el 'caso Mari Luz', reciben el apoyo de los funcionarios de Justicia con una huelga de tres horas. No a la japonesa, con 180 minutos más de curro para ayudar a desatascar la Justicia, sino a la española, con tres horas de tertulia en la cafetería. Denuncian los funcionarios con este paro las "condiciones deplorables" y la "carencia de medios materiales y profesionales para afrontar la abrumadora carga de trabajo que soportan los juzgados".

Podían estos funcionarios haber denunciado la precaria situación de la Justicia mucho antes, y haber acatado la sentencia ahora. Pero como a estas alturas ya saben, nada es lo que parece. Piensen que Juan José Cortés, el padre de Mari Luz, la niña encontrada muerta en la ría de Huelva el pasado 7 de marzo tras una larga búsqueda, ha comenzado a rentabilizar su experiencia televisiva realizando horas extras detrás de las cámaras: colabora en el guión de la serie que Antena 3 prepara sobre el tema. "No quería que se hiciera una novela amarilla sobre la historia, sino que se realizase desde un punto de vista constructivo", asegura. Tras escuchar tan sensatas palabras sólo me gustaría saber, por simple curiosidad, si cobra por esta colaboración o la realiza de manera altruista.

"¿Seguimos estando solidarizados con el padre de Mari Luz?", se preguntó María Teresa Campos en su programa matinal. No se refería al trabajo del padre como guionista de la competencia, sino a cómo puede afectar todo este revuelo mediático al funcionamiento de la Justicia. Le acompañó en tan sesuda reflexión un Esteban González Pons absolutamente lobotomizado. El portavoz del PP piensa que los televidentes somos imbéciles, puesto que se limitó a repetir el mantra de su partido: la crítica constante, obsesiva y destructiva al Gobierno. Pons es, como Blanco en el PSOE, uno de esos políticos que no aportan nunca nada. Y el caso Mari Luz no fue una excepción: recuerden que el PP, que en su día criticó por ridícula la multa a Tirado ("humillante", dijo Pons de aquellos 1.500 euros), ahora ampara la protesta ("entiendo las razones de jueces, fiscales, secretarios y funcionarios").

Nada es lo que parece, insisto. Un amigo, fotógrafo de uno de los principales diarios de España, me contaba hace unos días que tuvo que viajar hasta Los Angeles para hacer una sesión con Antonio Banderas. Estuvo dos días en el hotel, con todo preparado, esperando que le llamaran en el momento en que el actor tuviera un hueco en su apretada agenda. Recibió la llamada el tercer día, se desplazó hasta donde le dijeron, montó el equipo de flashes y disparó… ¡seis fotos! "Se acabó, estoy muy cansado", dijo Banderas. El fotógrafo volvió para España 72 horas después con las seis imágenes.

Pues resulta que el Antonio Banderas que pudimos ver en '59 segundos', como flamante analista político, aparece como un tipo enrollado y simpático. Nada que ver con la superestrella altiva de las seis fotos. Todo sonrisas al comienzo, interesante ceño fruncido durante el análisis de la actualidad. "Soy un hombre que vive en el mundo de la ficción", reconoció el actor malagueño antes de empezar. Primera pregunta: "¿Cómo vive usted la crisis?" (usted, que gana cientos de millones de dólares al año, debió haber añadido Ana Pastor). "Me cuesta trabajo hacer un análisis...", respondió Banderas, para luego reconocer: "Sí, la crisis se está viviendo de modo muy fuerte". ¿Y qué opina de Bush? "La medida de los 700.000 millones de dólares es una medida obligada... supongo. Pero yo, en términos de economía, no te puedo hablar".

Superada la primera fase, Ana Pastor puso sobre la mesa un tema de actualidad, la memoria histórica: "políticamente sí se pueden revivir historias ya pasadas. Posicionándose a nivel humano, no. España debería ser un país con un perdón para cada pecado". Después ataca con las relaciones Estado-Iglesia: "Es difícil emitir una opinión al respecto. Diré que la Semana Santa de Málaga tiene un aspecto religioso primero, espiritual, después, y finalmente, identitario. La gente puede creer en el Cristo de un barrio y no en el Cristo de otro barrio. ¿Te das cuenta de lo que estoy diciendo? La Semana Santa nos une a través de la espiritualidad. Es anacrónica, y yo también lo soy". ¿El aborto? "Me resulta muy difícil posicionarme".

Ahí ya no puede más. El Banderas anacrónico, viejuno, acaba conmigo como telespectador de un '59 segundos' que, con invitados mediáticos como éste, pierde rigor periodístico (si es que algún día lo tuvo). Alguien se ha vuelto loco en TVE. O está loco por recuperar la audiencia de un programa que ya ha dado todo lo que tenía que dar.

Un motivo para no ver la televisión

La verdad del Caimán.
Autor: Massimo Carlotto.
Ediciones Barataria

"Mi mitad blues volvía a aparecer y, tirándome de la manga, me pedía que no me alejara, que siguiera buscando. Yo y mi maldita necesidad de entender, de no dejar a mi espalda nada sin resolver". Quién habla es Marco Buratti, más conocido como el Caimán. Ex presidiario con amigos peligrosos. Detective privado con moral y métodos propios. Bebedor de calvados y amante del blues. De hecho, el Caimán tiene un blues para cada ocasión.

"A mi entender, los jueces y los jurados populares razonan con la mentalidad de las novelas policiacas o de lo que han visto en la televisión y el cine. Parece increíble pero es cierto. La realidad es otra. En 'La verdad del Caimán' he querido expresar justo ese concepto", asegura Carlotto, autor de una novela negra que se devora en un suspiro y deja un magnífico sabor de boca. Por directa, clásica y cinematográfica: todo, desde las chicas a los cadáveres, se ajusta a las reglas inquebrantables del género. Añádanle a ese respeto por las tradiciones unos buenos diálogos, una historia con numerosas sorpresas, y tendrán un libro absolutamente delicioso. Un placer, su lectura, que aumenta con el tamaño de la edición (bolsillo), la calidad de la misma (excelente), y el precio (once euros).