Propaganda Real: los enemigos están dentro de Palacio

Cada cierto tiempo, la Casa Real nos sorprende con una operación de marketing y propaganda para mejorar la imagen de los miembros de la institución. Una estrategia que suele ser asumida por las revistas del corazón pero que, en esta ocasión, ha sido realizada con gusto por Pilar Urbano, quien ha escrito un libro sobre la reina en el que ésta se despacha con poca fortuna sobre algunos temas que afectan a sus súbditos. Una campaña que les ha salido rana y demuestra que los enemigos de la Corona están dentro de palacio.

Europa Press/HOLA!

De todos es sabido que hay marcas que por su privilegiada posición en el mercado no precisan de campañas de publicidad o comunicación. Sin ir más lejos, en estos últimos días nos ha sorprendido encontrarnos dobles páginas en la prensa nacional e incluso marquesinas en las que Tiffany, la prestigiosa joyería, anunciaba la apertura de su nueva tienda en Madrid.

Teniendo en cuenta la situación económica que atravesamos y el porcentaje de la población española que es público potencial de dicho establecimiento, aquellos que tuvieran pensado visitar Tiffany seguro que se enteraron de la noticia mientras hacían sus compras en Chanel, Elena Benarroch y otras tiendas vecinas a la joyería y sin necesidad de tanta inversión en medios.

Algo similar sucede con la Corona Española. Desde que los artículos 56 a 65 de la Constitución establecen la monarquía como forma de la jefatura del Estado, sus miembros no necesitan de nada más para perpetuarse en el poder en la figura del actual monarca o de sus sucesores (según se establece en el artículo 57, que estos señores no dejan nada al albur).

Por eso nos llama poderosamente la atención estas campañas que periódicamente realiza la Casa Real para mejorar su imagen y que suelen estar orquestadas por la práctica totalidad de las revistas del corazón. Unas campañas que, además de en concursos de pintura para niños, apoyo a instituciones que recuerdan al que hacían las damas del ropero, asistir a las competiciones deportivas y algún que otro concierto (menos que las competiciones deportivas, todo hay que decirlo) suelen materializarse en la concesión graciosa de entrevistas a periodistas amigos (quienes sacarán buenos réditos de esta amistad, como si de un empresario mallorquín se tratase) como el que Pilar Urbano acaba de publicar con motivo del 70 aniversario de la reina.

Estrategias de imagen que, bajo la apariencia de libro, pretenden acallar rumores sobre la relación de la "monarca" y su nuera o que hacen bromas sobre osos borrachos, para demostrar que son gente campechana que sabe encajar las críticas y reírse de los maledicentes.

El problema es que, como se saben seguros, los miembros de la monarquía no suelen caracterizarse por su educación y reflexión a la hora de tratar temas que afectan al resto de los súbditos. Sólo así se entiende su entrega y asistencia como representantes de la institución (no como particulares, ojo) a todo tipo de actos religiosos de la fe católica, la aquiescencia con el secuestro judicial de publicaciones que no les agradan, sus salidas de tono en cumbres internacionales o, como es el caso que nos ocupa, haciendo declaraciones en las que se cuestiona el uso que se hace de la libertad de expresión ("Y volvemos a lo de siempre: libertad de expresión, ¡sagrada libertad de expresión!") o contra llamar matrimonio a los enlaces homosexuales, olvidando no sólo que los homosexuales son sus súbditos, sino también, y lo que es más importante, que las normas jurídicas, tanto aquellas que establecen que España es un país aconfesional como que al resultado de la unión civil homosexual se le llama matrimonio, están por encima de su intocable institución.

En nuestra opinión, dado que el chiringuito lo tienen seguro y de por vida (al menos por ahora), mejor sería prescindir de estos actos de propaganda que parecen ideados por el peor de sus enemigos aunque, por lo que se ve, los peores enemigos de las monarquías son sus propios miembros.