La UE quiere ir unida al G20 pero hay diferencias sobre grado y ritmo de reformas

Bruselas.-  La UE está decidida a defender una única posición en la cumbre del G20 que el día 15 abrirá la discusión sobre el futuro del sistema financiero internacional pero, aunque los Veintisiete están de acuerdo en la necesidad de reformas, mantienen diferencias sobre su alcance y el ritmo de aplicación.

ampliar foto

(EFE)

Los líderes de los 27 Estados miembros celebrarán mañana una reunión informal en Bruselas que debe ayudar al presidente francés, Nicolas Sarkozy, el representante de la Unión Europea (UE) en la cita de Washington del día 15, a articular esa posición común.

Los líderes de los 27 Estados miembros celebrarán mañana una reunión informal en Bruselas que debe ayudar al presidente francés, Nicolas Sarkozy, el representante de la Unión Europea (UE) en la cita de Washington del día 15, a articular esa posición común.

La reivindicación española de estar en la cumbre del G20 -aunque no forma parte de ese foro- será, previsiblemente, tratada en el encuentro de mañana.

Fuentes de la presidencia francesa insistieron hoy en que París apoya la participación de España, pero subrayaron que corresponde a Estados Unidos decidir la lista de invitados.

Madrid argumenta, por su parte, que la UE tiene mucho que decir sobre los participantes, dado que la apertura de un debate internacional para reformar el sistema financiero mundial fue iniciativa suya.

Los líderes europeos mantendrán mañana una "discusión política" sobre cuáles deben ser los objetivos de esa reforma y sobre el programa de trabajo que podría salir de la cumbre de Washington, indicaron las fuentes diplomáticas francesas, que recalcaron que no está previsto aprobar conclusiones escritas.

El objetivo de Sarkozy es que la UE sea capaz de promover en el debate internacional un "enfoque coordinado", agregaron las fuentes.

De esta forma, el presidente galo no pedirá al resto de líderes que respalden una batería de propuestas concretas, aunque sí les ha remitido un documento con el que pretende impulsar el debate.

El texto, que ya discutieron los ministros de Finanzas (Ecofin) el pasado martes, ha sido retocado ligeramente para recoger algunas de las ideas surgidas ese día, pero se mantiene como un documento de la presidencia francesa y no del conjunto de los Veintisiete, precisaron fuentes comunitarias.

En él, se recalca la necesidad de revisar los "valores" que sostienen el sistema financiero y, en esa línea, hace hincapié en que hay que introducir más transparencia, aumentar la coordinación entre los distintos reguladores y supervisores y mejorar la gestión del riesgo.

París insiste en que hay que garantizar que ninguna institución financiera, instrumento de inversión o territorio queda exento de regulación.

Aboga también por cambiar el modelo de gobierno de las entidades, para evitar la excesiva toma de riesgos, con atención a la política de salarios de los directivos.

En el ámbito de la coordinación, propone establecer un sistema de alerta temprana para la detección de amenazas a la estabilidad financiera y poner en marcha colegios de supervisores para vigilar a las entidades trasnacionales.

Plantea convertir el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el garante de la estabilidad financiera internacional, encargado de coordinar los trabajos de órganos más especializados -como el Foro de Estabilidad Financiera, el Banco Internacional de Pagos, el comité de Basilea, la Organización Internacional de Comisiones de Valores y el Consejo de Normas Internacionales de Contabilidad-.

En la discusión que hoy mantuvieron los embajadores de los Veintisiete para preparar el encuentro de los líderes, quedó clara la voluntad de mostrar una imagen de unidad en Washington y de desempeñar un papel de liderazgo en el proceso de reforma de las reglas financieras.

Los representantes de España, Alemania, Holanda y Suecia, entre otros países, enfatizaron esa necesidad de lanzar un mensaje común, explicaron a EFE fuentes europeas.

Sin embargo, surgieron divergencias en torno a varias cuestiones, como la posible transformación del FMI.

Alemania considera "prematuro" convertirlo en el "paraguas" regulador internacional, mientras Bélgica considera que habría que acometer su reforma con urgencia.