El gran oso de las cavernas fue 'cazado' por el cambio climático

La bajada de las temperaturas fue la culpable de la desaparición del oso cavernario, que tuvo lugar 13.000 años antes de lo que se pensaba. La noticia ha disipado el enigma que pesaba sobre la extinción de esta especie, cuyo hábitat se extendía de España a los Urales. El presunto implicado, el hombre, ha sido absuelto. Así lo afirma el veredicto emitido por paleontólogos europeos, en un estudio publicado en la revista Boreas, que confirma la hipótesis más valorada en los círculos especializados.

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Una reconstrucción del mítico oso.

Erguido, este úrsido de gran tamaño alcanzaba los tres metros de altura. Su peso es materia de discusión. Algunos expertos —los autores del citado estudio, entre ellos— aseguran que llegaba a pesar hasta una tonelada, bastante más que los mayores osos polares, que marcan 800 kilos en la balanza. Otros dicen que rondaba los 500 k.. En cualquier caso, era una bestia que imponía mucho respeto.

Del fin de ursus spelaeus se culpaba a nuestros antepasados, los hombres de las cavernas, con quienes competía por el mismo alojamiento. Sus prácticas cinegéticas, especulaban algunos, habrían tenido mucho que ver en el triste sino de este representante de la megafauna prehistórica, junto con el mamut, los rinocerontes lanudos, el león de las cavernas y el ciervo gigante, todos ellos extintos a lo largo de la última glaciación. La presencia de osos en algunas pinturas rupestres, junto con animales de caza, abonó la hipótesis de la responsabilidad humana en su salida del escenario.

En realidad, el factor crítico fue el Último Máximo Glacial, un periodo de muy bajas temperaturas que se prolongó varios miles de años durante la última glaciación. El enfriamiento redundó en la disminución de la vegetación, que constituía la dieta principal del mentado oso. Además, la circunstancia de que habitara únicamente en Europa —a diferencia de otras especies emparentadas, desparramadas por el mundo— contribuyó a aumentar su vulnerabilidad.

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Restos del ursus spelaeus.

Ese periodo coincide con el momento de desaparición del oso de las cavernas, cuyos últimos ejemplares murieron hace 27.800 años, según sostienen los autores de la investigación. Sus datos contradicen las estimaciones previas, que fechaban la defunción de la especie en torno al año 13.000 a . C. De acuerdo con la nueva teoría, el error cronológico se debió a la confusión de restos de osos pardos con osos cavernarios, encontrados en cavernas habitadas por ambos.

"Nuestro trabajo demuestra que el oso cavernario fue el primer integrante de la megafauna en desaparecer durante el último periodo glacial en Europa", apunta Martina Pacher, paleontóloga de la Universidad de Viena (Austria). "Las demás especies, en cambio, se extinguieron en los últimos 15.000 años."

A esa conclusión llegaron después de estudiar, analizar y datar gran número de cráneos, esqueletos y muelas (indispensables para dilucidar sus hábitos alimentarios, junto con el colágeno óseo), desenterrados en cuevas. En ningún caso, encontraron pruebas (puntas de flechas, por ejemplo) que certificasen un acoso humano sistemático (lo cual no quita que de vez en cuando fueron objeto de caza).

Lo que permanece incuestionable es la gran importancia que esos gigantescos mamíferos tuvieron en la vida de un pariente nuestro, el hombre de Neandertal. Al parecer, rendía un auténtico culto al oso de las cavernas, con rituales específicos. Lo han deducido los estudiosos de los restos de huesos y piedras especialmente dispuestos en algunas grutas europeas. La presunción de que lo habrían venerado como un animal totémico inspiró la novela 'El Clan del Oso Cavernario', el best seller 'prehistórico' de Jean M. Auel.