Cuando el cine se adapta a la vida y no al revés

GIJÓN.- Un cuadro tiene movimiento. Hay películas que fluyen más despacio. Un cuadro puede contar cualquier cosa. El cine cuenta sólo lo que cuenta. Gijón, día 7.

'El cielo, la tierra y la lluvia', de José Luis Torres Leyva

Historias que serían realmente tremendas: un tipo que (se intuye) deja embarazada a su madre en el lugar remoto donde viven y, sin saberlo, vuelve, veinte años después, a ver cómo va todo. Chicas que se suicidan y chicas cuya vida pende de una caricia. Niños abandonados entre adultos y víctimas propiciatorias de otros niños. En imágenes, a menudo, inspiradas, hermosas. A un tiempo lento, casi detenido. No interpretadas casi: vividas por personas que apenas hablan o personajes que improvisan lo que dicen. Una aproximación entomológica.

Si la persona, en su relación con los demás y con su propia inteligencia se vive en la palabra, el recurso al solo sentimiento, a lo inefable —pero que lucha por expresarse y ésa es en esencia la aventura del hombre—, nos devuelve a un estadio de indefensión frente a la naturaleza, bajo el que tal vez lata la pulsión por fundirse con ella.

*Federico Volpini es uno de nuestros colaboradores de cine.