Gráfica popular a la vuelta de la esquina

De un tiempo a esta parte, los diseñadores gráficos vienen prestando atención a las manifestaciones populares de cartelismo, avisos y rótulos que se producen en países de sudamérica y África. sin embargo, parecen haberse dejado escapar trabajos similares que se encuentran apenas a unos pasos de su casa, a la vuelta de la esquina.

Aquellos que hayan paseado por la Plaza de Tirso de Molina de Madrid seguro que han reparado en los llamativos y sorprendentes carteles que anuncian la programación del cercano Cine Duque de Alba. Una sala de barrio que, de cine familiar de sesión continua pasó a sala de películas "Clasificadas S", hasta convertirse en Sala X a principios de los años 80.

El responsable de esas pequeñas obras de arte efímero es Rafael Sánchez, operador de cámara que lleva más de dos décadas a cargo del cine, que un buen día decidió ponerle colores y alegría a unos carteles que, a consecuencia de las evidentes restricciones legales que rige la publicidad de este tipo de películas, solían limitarse al título de la cinta en tipografías más o menos atractivas.

Sin ofender a los viandantes ni infringir la ley, Rafael Sánchez ha realizado miles de carteles a razón de dos a la semana, logrando dotar de una personalidad especial a las carteleras del cine Duque de Alba, gracias a un personal estilo fruto de una mezcla de rotuladores fluorescentes Stabilo, tipografías alucinantes, combinaciones de color sorprendentes, sentido del humor y cariño por el cine, sea del tipo que sea.

Los carteles de cine me parecen demasiado serios y, como siempre he querido desmitificar lo del cine porno, que no se vea como algo tan escondido, sino como una opción más en esta vida, la pintura que hago es una muestra de eso que quiero reflejar,

explica Rafael que añade

esto es como una tienda que tiene un buen escaparate. No tiene por qué tener un buen género sino algo que provoque curiosidad. Los buenos escaparatistas son los que hacen una decoración que llama la atención de la gente aunque sea un fragmento de segundo porque, si se fijan, a lo mejor se termina comprando algo.

Nada más cierto eso que cuenta Rafael. Aunque estamos convencidos de que en futuras exposiciones de gráfica popular nadie reparará en su trabajo (algo que, por otra parte, es habitual pues, en ese tipo de exposiciones importan más los comisarios, organizadores patrocinadores que los artistas), nosotros nos hemos quedado prendados de sus magníficos carteles y quién sabe si no empezaremos a consumir los productos que anuncian uno de estos días...