La Lotería

La señora del Telediario, la protagonista de la jornada, era todo un poema. Le había tocado la Lotería, pero estaba al borde del infarto, desconsolada, llorando como una magdalena: había guardado el décimo dentro de la bata guateada que metió en la lavadora. "Si no me dan nada, al menos que me den algo", suplicaba papelucho en mano, rodeada por decenas de cámaras y micrófonos. El décimo y la señora, dos guiñapos que al final resultaron ser una inocentada televisiva, resumían a la perfección este espíritu navideño decrépito, viejuno y casposo que nos invade: si has nacido para perder, ni Lotería ni hostias. Perderás.

J.C.Hidalgo (EFE)

La mujer del billete 'estropeado' resultó al final ser una actriz de 'El Follonero' (La Sexta).

La mañana dedicada a la Lotería es una de las más tristes del año. Una mañana de cuento de Dickens, gris a pesar del sol, siniestra en su reparto absurdo de millones, de risotadas, de chorros de sidra. Una mañana deprimente, en blanco y negro. Una mañana que es, junto al discurso del Rey, la misa del Gallo, el desfile de las Fuerzas Armadas y las corridas de toros, la esencia de la España negra y destartalada que se aferra al pasado y se niega a desaparecer. Un asco de mañana.

Una mañana del 22 de diciembre en la que escuchar las mismas miserias y necedades año tras año. Esas conexiones con doña Manolita, esas obviedades sobre la suerte, esos premios que sirven "para tapar huecos", esos repelentes niños de San Ildefonso, esos reporteros torpes condenados a hibernar en las redacciones hasta el próximo 22 de diciembre. "Hemos vivido momentos de felicidad y frenesí", aseguró la periodista de Antena 3. "Hemos visto a un hombre jubilado y a un joven de Bangladesh", afirmó la de TVE.

Las tres grandes cadenas (La 1, Telecinco y Antena 3) dedicaron la mañana al sorteo. Las dos aspirantes, Cuatro y La Sexta, también desafiaron a la fortuna en los momentos iniciales, pero con sorteos cutres, de esos que tienen lugar en un punto indeterminado de Europa y han sido diseñados para sacar unos cuartos a los telespectadores con llamadas-trampa.

Xavier Gabriel, el lotero de La Bruixa dŽOr, tiene la palabra: "tal y como están las cosas en España, nada mejor que jugar a la lotería". Sabia reflexión. Podía haber dicho que en estos días de dudas financieras, de hipotecas en el alambre y colas en la oficina de desempleo, nada mejor que trabajar, ahorrar o estudiar. Es decir, prepararse de la mejor forma posible para el futuro. Pero ante la crisis, el lotero propone jugar a la lotería.

En Antena 3 llevan el concepto "suerte" aún más lejos, y se visten de Papa Noel en "Esta casa era una ruina" para arreglar, no se lo pierdan, todo un orfanato. Una vuelta de tuerca más a su solidaridad de grupo empresarial mediático (Planeta, Banco de Santander, Telefónica...). Un bochorno que emite las imágenes de los nueve huérfanos ("¿ves que guapos son?"), sus declaraciones, sus dramas familiares, miserias personales...Y las salpica con un guión lacrimógeno y grandes bloques de publicidad.

Yo, deprimido hasta las trancas por esta televisión hipócrita y trasnochada, cínica y manipuladora, sólo puedo sugerir que la apaguemos durante las fiestas. Huelga, como la que se ha convocado en El País. De esta forma evitaríamos la agotadora publicidad navideña, pasaríamos de los programas de humor zoquete, no haríamos el juego a sus engañosas propuestas solidarias.

"Lo importante es tener dinero para consumir", dijo una periodista de Cuatro para cerrar su pieza de economía en el informativo de mediodía. Una frase con la que, sin saberlo, resumió a la perfección el espíritu navideño.

Un motivo para no ver la televisión.

Tres cuentos.
Autor: Truman Capote.
Editorial: Anagrama.

"Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio". Nada más leer los tres cuentos que forman este libro, el lector se ve obligado a dar la razón a Capote. Al menos en la última de sus afirmaciones. Sólo un genio es capaz de escribir tres historias cortas tan emocionantes como "Un recuerdo navideño", "Una Navidad" y "El invitado del día de Acción de Gracias". Apasionadas y tristes confesiones autobiográficas que, por supuesto, no se ajustan a los cánones navideños. Son las historias de un niño que tiene problemas con su familia, que adora las cometas y las tartas de fruta, y que quiere una bicicleta pero prefiere tener alguien con quien hablar. Son las historias del joven genio.

Buddy, así se llama el niño, tiene dos grandes amigos: Sook, una tía sesentona que es su verdadera compañera, y Queenie, una terrier que se le pega a los pantalones. Sus padres están lejos, física y emocionalmente. En esas circunstancias la navidad puede convertirse en una tortura o, en el mejor de los casos, un trámite. Capote, claramente necesitado de amor y comprensión en su niñez, supera el trauma con dolor pero sin resentimiento. Y escribe tres historias sencillas, directas, inolvidables. Geniales.