50 años no es nada, o tal vez sea demasiado

SANTIAGO DE CUBA.-  "Revolución es defender valores en los que se cree, al precio de cualquier sacrificio". Uno de los muchos lemas del acto de celebración de los 50 años del triunfo de las tropas lideradas por Fidel Castro frente a la tiranía de Fulgencio Batista resulta cada vez más difícil de llevar a cabo entre la ciudadanía.

Alejandro Ernesto (EFE)

Raúl Castro, durante el acto para conmemorar el 50 aniversario de la Revolución.

El Parque Céspedes de Santiago, ciudad génesis de todas las tentativas revolucionarias, fue el escenario en la tarde del primer día del año, de un acto que mantuvo a la ciudad en vigilancia extrema en la última semana. Cada uno de los hogares próximo al lugar del Acto estuvo custodiado por un miembro del DTI, las fuerzas de seguridad del Estado. Ni un despiste ante un acontecimiento devaluado por la tendencia del régimen, como todo sistema totalitario, a la rememoración de cualquier fecha, de mayor o menor rango.

Los trabajadores de lugares próximos al Parque Céspedes tuvieron también horarios especiales de entrada y salida: prohibido llegar al centro de trabajo con antelación y prohibido entretenerse una vez finalizado el turno. Las vías de acceso al Parque Céspedes, en el corazón de esta ciudad de Oriente, se cerraron varias horas antes del inicio del evento.

Ejerció de presentador Rodolfo Hernández, desmintiendo de inmediato los rumores sobre una hipotética aparición del Comandante. "Fidel, que sabemos que está con nosotros", dijo presto el maestro de ceremonias. El mayor de los Castro sigue en la sombra, limitando su participación pública a los artículos publicados en el diario 'Gramma'. Tampoco Hugo Chávez, cuya presencia también se rumoreaba en los mentideros, se dejó ver, aunque no faltó, como es lógico, la representación diplomática de Venezuela.

Parlamentaron primero los jóvenes cubanos, una colegiala de ardoroso verbo y un estudiante de Filosofía que defendió con esmero la "hermosa locura" de la Revolución. No es casual que arrancaran la fiesta representantes de las generaciones menos implicadas con el proceso revolucionario. El 80% de la población no había nacido cuando se produjo el triunfo de los 'barbudos' y es innegable que buena parte de la juventud sueña con abandonar un país ahogado, en el que las consecuencias de los devastadores ciclones de los últimos meses han provocado situaciones en algunos aspectos comparables a las vividas en el Período Especial, tras la desintegración de la Unión Soviética.

La televisión emitió diversos reportajes conmemorativos, bien elaborados: imágenes de los últimos 50 años sin la necesidad de ningún narrador. Sólo las andanzas y las palabras de los grandes protagonistas, de aquel Fidel aún cargado de energía y discurso, del Che Guevara, cautivador, con su indiscutible halo de heroísmo. La cámara rastrea instantes cruciales del proceso revolucionario. No falta Elián, el niño balsero rescatado por la madre patria.

(EFE)

Santiagueros aplauden el discurso de Castro.

Ya en el Parque Céspedes, aquí y ahora, en el delicado presente, se puede ver a Alicia Alonso, la directora del Ballet Nacional de Cuba, y a la cantante Omara Portuondo, ocupando las primeras filas, junto a la élite del Partido Comunista. "Patria o muerte. Venceremos", repite cada uno de los que pasan por el estrado, los que preceden a Raúl Castro, encargado de poner colofón al Acto. El parque está repleto. Todos los mecanismos del Régimen llevan trabajando de firme para vestir convenientemente la celebración y disimular el desencanto.

Es habitual en este tipo de eventos premiar a los asistentes, aunque sea con regalos tan modestos como una camiseta. También los CDR, Comités de Defensa de la Revolución, hacen su labor de zapa en los distintos barrios reclamando la presencia de las gentes: la delación, cualquier renuncia que consienta ser acusado de contrarrevolucionario, funciona como un arma de alta peligrosidad.

A decir verdad, no es mucho el entusiasmo, y menos aún después de un 31 de diciembre en el que las gentes, y más aún los orientales, con fama de entregarse al alcohol con mayor determinación que el resto de los cubanos, tomaron y festejaron hasta las tantas. En muchos hogares, se prefirió a esta hora apostar por una película en vídeo o dvd, reproductor éste que ya se va consolidando entre determinadas capas de la población, o simplemente entregarse a la siesta.

Si 2009 será el año de la recesión en todo el planeta, las consecuencias de la crisis se dejarán sentir aún más en un país que lleva demasiado tiempo sin ver la luz. Raúl Castro ha anunciado tiempos difíciles, aún más duros de los que los ciudadanos están acostumbrados a sobrellevar. Nada de abundar en las insinuaciones de un cierto aperturismo, como hizo tras tomar el cargo allá por el mes de marzo. Los indiscutibles logros de la Revolución ya no bastan. "Ser revolucionario es ser consciente del momento en que se vive", reza otra de las proclamas, uno de los muchos dogmas destinados a predicar el inmovilismo y mantener prendida la llama de la resignación. La lectura es, sin embargo, mucho más abierta. Seguramente el momento en que se vive reclama otro tipo de soluciones. 50 años tal vez ya sea demasiado.