"El Juli", Perera y Benítez cortan orejas en la tercera corrida de la feria de San Sebastián, en Venezuela

San Cristóbal (Venezuela).-  Los diestros españoles Julián López "El Juli" y Miguel Ángel Perera y el venezolano Leonardo Benítez cortaron sendas orejas en la tercera corrida de la Feria de San Sebastián, celebrada hoy en la ciudad de San Cristóbal, occidente de Venezuela.

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(EFE)

El matador español Julian López "El Juli" saluda al público al finalizar su primera corrida en la feria taurina del Caribe, en la Plaza de Toros de Cartagena de Indias (Colombia). EFE/Archivo

Se lidiaron toros de la divisa nacional "Los Ramírez", bien presentados y bravos, todos cumplieron en varas. Al segundo le pidieron el indulto y lo premiaron con la vuelta al ruedo en el arrastre. Al cuarto toro también le pidieron el indulto, pero la presidencia no lo concedió, ante una plaza que registró unos 13.000 espectadores pese a la insistente y fuerte lluvia.

Benítez: oreja y ovación.

"El Juli": oreja y ovación.

Perera: oreja y ovación.

Benítez paró al que abrió plaza con capotazos por la cara, lo cambió con un puyazo y llegó crudo a la muleta, donde aprovechó las francas embestidas para torearlo por ambos pitones al compás de la música. Lo mató de estocada desprendida y paseó un trofeo.

Su segundo, un jabonero que repitió ocho veces en el capote del venezolano, empujó en el peto, y lo sacó para apretarse un quite por gaoneras. Tomó las banderillas para clavar los tres pares. Emotivo trasteo por los dos pitones por lo que pidieron el indulto pero el caraqueño lo finiquitó al segundo intento con la toledana.

"El Juli" cautivó a la concurrencia con su toreo de capa. En el último tercio realizó larga y mandona faena en la boca de riego con templadas series de naturales y redondos, sin moverse del platillo del albero, y todo el público de pie.

Se gustó el madrileño toreando al natural cuando más arreciaba el chaparrón y la plaza pidió con insistencia que le perdonara la vida al noble toro, lo que el palco no accedió. Mató de estocada y descabello y fue premiado con una oreja. Al toro le dieron la vuelta al ruedo en el arrastre.

Al cuarto, de buenas hechuras, lo lanceó con pausadas verónicas; llegó a la muleta sin transmisión, y lo finiquitó de certera estocada.

Miguel Ángel Perera reapareció después de las graves cornadas recibidas en la feria de otoño en Madrid, y encandiló a los tendidos con la capa. Sacó el toro a los medios con ayudado a dos manos para plasmas enjundiosa faena al compás de la música poniéndose muy cerca y cuajando largas tandas. Mató de estocada en la cruz que lo hizo rodar sin puntilla. Una oreja fue el premio.

Al que cerró plaza, con el ruedo impracticable, lo trasteó con gusto pegándose un arrimón y recibiendo un achuchón sin consecuencias. Atacó derecho con la espada y le puso fin a la encapotada tarde.

Los altavoces de la plaza anunciaron el aplazamiento para mañana de la segunda corrida de la feria debido al mal estado del ruedo, que fue suspendida por la lluvia una vez muerto el tercer toro.