La culpa es siempre del hombre del tiempo

Doce muertos, entre ellos los cuatro niños fallecidos tras el derrumbamiento del techo una instalación deportiva en Sant Boi de Llobregat, es el trágico balance del temporal de viento que ha azotado a España durante todo el fin de semana, con especial virulencia el sábado y en Cataluña. Eso por no hablar de los cortes de luz y de carreteras, cierre de puertos marítimos, caídas de árboles y destrozos en edificios e instalaciones. Pasada la tempestad, llega la calma y toca ajustar cuentas. ¿Hubo falta de previsión?

(EFE)

Estado del Paseo Marítimo de l'Escala (Gerona) tras el temporal.

Para responder a éstas y otras preguntas Rubalcaba, de cuyo ministerio depende el servicio de Protección Civil, compareció ayer ante la prensa. El titular de Interior enseguida encontró a quién señalar y ofreció su propia versión de 'Matar al mensajero' afirmando que las previsiones de los meteorólogos, "una vez más", "se habían quedado cortas". El hombre del tiempo vuelve a hacer honor a ese dicho que lo compara con el árbitro de fútbol porque todo el mundo se acuerda de él y de su madre cuando falla. "Ha sido un temporal impresionante. Pero es una evidencia para todos los ciudadanos que las previsiones meteorológicas se aproximan, pero a veces es muy difícil que acierten de pleno", dijo Rubalcaba.

Los meteorólogos no han tardado en recoger el guante lanzado por el ministro y han defendido su actuación con uñas y dientes. Lo mismo que ha hecho Elena Espinosa, titular de Medio Ambiente y Medio rural y marino, del que depende la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Cierto es que las previsiones meteorológicas no pueden ser 100% perfectas, pero para Ángel Rivera, portavoz de la AEMET, la magnitud del temporal fue "perfectamente pronosticada". Según Rivera, el porcentaje de acierto con fenómenos como la ciclogénesis explosiva (nombre técnico que recibe la rápida formación de una profunda borrasca por el choque de diferentes masas de aire que tuvo lugar el fin de semana) es de entre 70 y 80% con una anticipación de entre 36 y 48 horas.

Rubalcaba reprochó a los meteorólogos sus previsiones sobre la fuerza del viento: "Se hablaba de vientos de 150 kilómetros por hora (km/h) y ha habido ráfagas de viento de hasta 200 kilómetros por hora", dijo en la rueda de prensa. Y es cierto. Sin embargo, la AEMET advirtió horas antes del inicio del temporal de que en algunos enclaves se podían sobrepasar los 170 km/h. Según los datos de este organismo, sólo en dos lugares se sobrepasó este valor: el cabo de Busto (196 km/h), en Asturias, y el de Matxitxako (187 km/h), en Vizcaya.

"Siempre hay puntos singulares aislados donde el viento se acelera, pero si lo midiéramos en función de lo que se registra en ellos, estaríamos permanentemente en alerta", explica Rivera. "En las zonas pobladas todo quedó dentro de las previsiones", defiende. ¿La máxima? Santander, donde se alcanzaron los 140 km/h. En el caso de Cataluña, una de las comunidades más castigadas por el temporal y con el mayor número de muertes (siete víctimas en total), se estableció la alerta naranja, que contempla vientos de entre 120 y 130 km/h. Según los datos de la AEMET, cuando se derrumbó el techo en Sant Boi de Llobregat, las rachas oscilaban entre 100 y 110 km/h, valores encuadrados en el tipo de alerta que se había decretado.

En el caso del oleaje, los pronósticos quizás no estuvieron tan afinados. La AEMET advirtió en su Aviso especial de fenómenos adversos (parte extraordinario que se emite cuando el riesgo afecta a varias comunidades) de que el viento podía ocasionar mar montañosa de hasta diez metros de altura. Sin embargo, en algunos lugares del País Vasco las olas alcanzaron los 21 metros de altura. Fue precisamente en el mismo cabo de Matxitxako donde se registró récord de fuerza de viento. Sin embargo, Rivera asegura que la AEMET no ha encontrado huellas de oleaje superior a los 14 metros.