Cuidador de gorilas, oficio peligroso

Piloto de pruebas, corresponsal de guerra y ahora cuidador de gorilas…. Esta aparentemente apacible profesión ha pasado a la lista de los oficios más peligrosos, sobre todo cuando se ejerce en las espesuras congoleñas. En los últimos diez años, al menos 120 guardias del Parque Nacional de Virunga murieron con las botas puestas. ¿Causa? El fuego cruzado entre las tropas de la República Democrática del Congo y los rebeldes. Como se dice, su sacrificio no ha sido en vano (y no es una frase hueca): la protección que han dado a su colonia de gorilas ha permitido que ésta crezca un 12%.

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Gorilla.cd

De los gorilas de montaña restan 720 especímenes en todo el mundo; de ellos, 380 viven en el Parque Virunga, el más antiguo de África, y el resto se asientan en las vecinas Ruanda y Uganda. La especie se halla en "Peligro crítico de extinción", de acuerdo al baremo fijado por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza.

El hecho de que los rebeldes se acantonaran en el estratégico sector habitado por los gorilas, hizo del parque uno de los más peligrosos del mundo. Tan crítica se puso la situación que en agosto de 2007 unos 1.100 cuidadores debieron de huir con sus familias para salvar la vida. En los tiroteos de aquellos días murieron unos diez gorilas.

Ahora, gracias a un acuerdo entre el gobierno y la guerrilla del CNDP, reforzado por una negociación directa entablada por las autoridades del parque, los guardias han podido volver a vigilar Virunga y realizar un censo. Una labor nada sencilla, toda vez que supone el seguimiento y contabilización de las huellas de los simios —cada gorila deja una marca única—, abriéndose paso a machetazos por la selva que cubre las laderas del monte Mikeno —un volcán de 4.500 metros de altura—, la querencia de los gorilas.

Además de desactivar 536 trampas colocadas en su ausencia por cazadores furtivos, los rangers (como allí les llaman) encontraron que en los 18 meses transcurridos la población de esos grandes simios no sólo no disminuyó sino que además se ha engrosado con el nacimiento de diez gorilitas. Que ello haya ocurrido en medio de semejante fregado ha sido calificado de "milagroso" por la directora de Comunicación del Parque, Samantha Newport.

Aparte de velar por la integridad de los gorilas, una tarea principal de los guardias pasa por acostumbrarlos a la presencia de turistas. El parque Virunga ha sido tradicionalmente uno de los principales puntos turísticos del país, y sus gestores quieren obtener una fuente de ingresos del ecoturismo (en Uganda, cada visitante paga 230 euros por el privilegio de observar de cerca de los grandes simios en su hábitat).

"El estado de los gorilas de montaña de Virunda es un triunfo para la conservación, y es el producto de 15 años de esfuerzos y sacrificios por parte de los rangers del Congo, del sólido apoyo de individuos y organizaciones internacionales, y de la persistente determinación de tres naciones africanas a proteger estas especies globalmente importantes", comentó el director del parque, Emmanuel de Merode. Pero las condiciones de seguridad siguen siendo precarias. El retorno de los rangers se vió enlutado por el asesinato del guardia Safari Kakule, el pasado 8 de enero. Su muerte se produjo cuando él y sus compañeros fueron atacados por los rebeldes en un patrullaje.

Esta historia de claroscuros da motivo para la reflexión sobre los riesgos de una profesión que uno creería fuera de peligro. Buscando más información me entero de que sólo en los parques nacionales de Estados Unidos, 23 rangers murieron en acto de servicio en los últimos ochenta años. Cuidar del medio ambiente nunca ha sido coser y cantar; y mucho me temo que, a medida que interfiera con los intereses de grupos de poder, se tornará más arriesgado, como nos enseña la experiencia congoleña.