Carlo Morici, de Sicilia a Tenerife por amor a las plantas tropicales

Santa Cruz de Tenerife.-  Carlo Morici es un italiano nacido en Messina que cambió su Sicilia natal por otra isla, Tenerife, porque está enamorado de las plantas tropicales y no se siente un inmigrante, sino un "inmigrado".

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(EFE)

Carlo Morici es un italiano nacido en Messina que cambió su Sicilia natal por otra isla, Tenerife, en Canarias, porque está enamorado de las plantas tropicales y no se siente un inmigrante, sino un "inmigrado".

Este siciliano nacido en 1974 explica que la palabra inmigrante suena a itinerante y él no tiene pensado moverse, por lo que se define más como un "inmigrado".

Licenciado en Biología, se siente integrado y asegura que cuando se fue de Sicilia no huía de nada, sino que fue un movimiento natural.

Pregunta.- ¿Por qué te trasladaste a Tenerife?

Respuesta.- Porque me encantaban las plantas tropicales. Conocía la isla porque había viajado a ella para visitar a un amigo.

Con 18 años salí de Sicilia para estudiar Ingeniería Agrícola Tropical en la Universidad de Florencia. Dos años después, con 20, decidí dar el salto a Tenerife y pedí el traslado de expediente a la Universidad de La Laguna.

En el traslado de expediente sólo me convalidaron cinco de las dieciséis asignaturas que había aprobado en Florencia. Eran los primeros momentos de hacer una Unión Europea más unida y no se reconocían todas las asignaturas. En la Universidad de La Laguna comencé en primero de Biología y ahora hago el doctorado.

P.- ¿Tuviste problemas de integración?

R.- No. Al llegar a Tenerife tuve la impresión de estar como en casa, fue algo muy natural. Me enamoré de la plaza del Príncipe de la capital de la isla, aunque en Tenerife hay mil motivos para enamorarse.

P.- ¿Había alguna otra razón para salir de Sicilia?

R.- Ni odiaba Sicilia e Italia ni estaba enamorado de Tenerife ni de España. Fue un movimiento natural.

Antes de salir de Sicilia estaba enamorado de la isla, de la que no me fui porque quisiera dejar alto atrás, sino por la pasión que tenía y tengo por las plantas exóticas.

P.- ¿A qué te dedicas en la actualidad?

R.- Soy autónomo y polifacético, pues "pico" en trabajos de la administración, en obras de ingenieros y arquitectos para zonas ajardinadas, y de vez en cuando doy seminarios.

Me gustaría tener una vida más regulada, pero no hay plazas en la Universidad ni en las administraciones, y hay que dar "saltos", pero tampoco es muy grave.

P.- ¿Viajas con frecuencia de Italia?

R.- Vuelvo todos los años en agosto y durante todo el tiempo que puedo. Viajo con mi mujer, Alejandra, una argentina a la que conocí cuando llevaba seis años en Tenerife y que tiene un contrato de tres años en el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias. Alejandra prefirió no participar de la entrevista y en estos momentos está en el trabajo.

P.- ¿Hay mucha diferencia de costumbres?

R.- Hay diferencia, pero no tuve problemas. En Tenerife huyo de lo que se puede llamar guetos de italianos, que los hay sobre todo en el sur de la isla y relacionados con las pizzerías y las inmobiliarias.

Yo no soy pizzero, soy biólogo.

P.- ¿Te sientes un inmigrante?

R.- No. Me siento un "inmigrado". La palabra inmigrante tiene un radical latino que da el concepto de itinerante, y yo no tengo pensado irme.

Hay una cosa curiosa de la que me he dado cuenta con el tiempo, y es que gesticulo en función del idioma que utilice.

Rubén Darío García León