Incertidumbre por la votación que decidirá el futuro de la relación Suiza-UE

Ginebra.-  La incertidumbre precede la votación popular por la que este domingo los ciudadanos suizos decidirán si confirman o rechazan la validez del acuerdo de libre circulación de personas entre este país y la Unión Europea, así como su extensión a los países recientemente adheridos: Bulgaria y Rumanía.

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(EFE)

Una figura que representa al caballo de Troya colocada en la frontera entre Suiza y Alemania en protesta por el referéndum de junio de 2005 sobre la participación helvética en el acuerdo de Schengen y la extensión de la libre circulación de personas a las procedentes de Europa Oriental recién incorporadas a la UE.

Este referéndum, sin embargo, va más allá de la libertad de los ciudadanos comunitarios para instalarse y trabajar en Suiza, y viceversa. De su resultado depende el conjunto de la relación helvético-europea.

Según el último sondeo, publicado hace una semana, el "No" se ha reforzado y alcanzado el 43 por ciento de intención de voto, mientras que el "Sí" recibe un tímido 50 por ciento y los indecisos son el 7 por ciento restante.

En las tres semanas previas a esa encuesta, la oposición a la libre circulación avanzó en 3 puntos, en tanto que sus defensores sólo lograron un 1 por ciento de apoyo adicional.

Si se considera que el margen de error es del 2,9 por ciento queda claro que la victoria del "Sí" no está nada segura.

La libre circulación de personas forma parte de un paquete de acuerdos vinculados jurídicamente (en las áreas del comercio, mercados públicos, agricultura, transporte terrestre y aéreo, e investigación) aprobado en 1999 y que, tras ser igualmente sometido a referéndum en Suiza, entró en vigor un año después, cuando la UE contaba con 15 Estados miembros.

En 2004, tras la adhesión de diez nuevos países al espacio comunitario, los suizos acudieron nuevamente a las urnas y aprobaron extender el derecho de libre circulación a los Veinticinco.

Ahora, en vísperas de vencerse el plazo de diez años de vigencia del acuerdo (a partir de su aprobación), los suizos deben extender su vigencia -esta vez de forma ilimitada- y al mismo tiempo ampliarlo para que sea aplicable también a Bulgaria y Rumanía.

El referéndum de mañana ha sido iniciativa de la derecha nacionalista, que se opone firmemente a la libre circulación de búlgaros y rumanos, y que en esta causa cuenta con el apoyo de la izquierda sindicalista.

El Gobierno helvético, medios económicos y diversos analistas han advertido de que la eventual victoria del "No" supondría un golpe mortal para el conjunto de las relaciones bilaterales, pues obligaría a Suiza a denunciar el paquete de acuerdos que regula particularmente sus vínculos económicos con la Unión.

Mientras, los opositores a la libre circulación han levantado el espectro del "fontanero polaco", el miedo a la competencia salarial desleal, al abuso de la ayuda social, al aumento de la delincuencia y, en última instancia, a la pauperización del país.

La crisis económica y el aumento del desempleo en los últimos meses sólo ha venido a aumentar los temores de muchos indecisos, que creen que búlgaros, pero sobre todo rumanos, desembarcarán masivamente en Suiza y trabajarán por salarios mucho menores de la remuneración promedio o de las acordadas en las convenciones colectivas sectoriales.