Si tienes 453.000 euros, este Manolo Valdés es tuyo

Con absoluta naturalidad el personal de la galería Marlborough suelta el precio de esta escultura en madera a un posible cliente. Más conservadora que nunca, la 28 edición de ARCO elige el arte como inversión y deja la apuesta para tiempos más boyantes. La pintura y el dibujo se comen las instalaciones, el videoarte y hasta adelgaza la fotografía. Como novedad, la animación.

La primera impresión que te produce darte un paseo por esta 28 edición de ARCO 2009 es que hay más espacio. El diseño y organización del espacio expositivo corrió una vez más a cargo de Juan Herreros que ha conseguido que todo parezca amplio, tanto las galerías como los pasillos. Puede que esta sea la razón de salir con la sensación de que a la inauguración de la feria este año ha acudido mucha menos gente. Las aglomeraciones en las galerías, los grupos de personas ociosas que consiguen una invitación y van a coger periódicos y café gratis, los coleccionistas con prisas, entre galería y galería, e incluso la representación de famosos -Carla Royo Villanova, Carolina Adriana Herrera, Boris Izaguirre...- era más pequeña y menos glamourosa que en otras ediciones.

Todo esto puede ser colateral pero es indicativo de que la coyuntura económica afecta al planteamiento de ARCO. Se percibe una disminución en la oferta. Menos obra. Pero eso sí, seleccionada para seducir al inversor. Firmas solventes que cotizan porque el mercado hace tiempo que decidió que su arte era indiscutible, frente a una pequeña y cuidada muestra de jóvenes talentos que suponen una apuesta arriesgada ahora que la crisis aprieta.

Manolo Valdés es un ejemplo de ese tipo de artistas que este año copan la feria. Siempre han estado como un valor seguro, pero en las últimas ediciones se veía menos su trabajo en comparación con las cantidades de promesas que se agolpaban en las galerías. El riesgo se ha esfumado. Por eso parece que se suceden las obras de Luis Gordillo, Saura o Damian Hirst pero en realidad es que los cachorros del arte, las nuevas generaciones, han rebajado su arrolladora presencia. Ferias como la de Nueva York en la que una estética más punk y trash predomina en las obras no se aprecia en Madrid, donde el arte más contenido encuentra su escenario natural.

El dibujo está de moda y eso se refleja en la exposición. Además su precio es más asequible que el de las obras monumentales, justo las que apabullan desde las grandes galerías. La animación se revela como la tendencia más fresca frente a la práctica desaparición del videoarte. Excesivamente corta resulta la oferta de India, el país invitado. Las 13 galerías se pierden entre las 238 que han montado su stand. Esta es una edición para la reflexión: ¿ha sido efectiva la criba de galeristas que se impuso el año pasado? ¿se venderá algo? ¿es el arte un valor refugio?.