El palacio gótico del Conde Luna de León renace de su ruina

León.-  Abrazado por los muros del ángulo sudoeste de la muralla romana, tras siglos de decadencia, el palacio del Conde Luna de León, antaño una de las sedes reales de los monarcas leoneses, está siendo recuperado para su uso público y abrirá "entre marzo y abril".

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(EFE)

Abrazado por los muros del ángulo sudoeste de la muralla romana, tras siglos de decadencia, el palacio del Conde Luna de León (en la imagen), antaño una de las sedes reales de los monarcas leoneses, está siendo recuperado para su uso público y abrirá "entre marzo y abril".

Tras una serie de pruebas y retoques, el edificio de origen gótico se volverá a utilizar con fines culturales, según ha precisado a Efe el responsable de Urbanismo del Ayuntamiento de León, Francisco Gutiérrez.

El palacio acogerá a partir de esa fecha a la sede en España de la Universidad de Washington y a la Fundación León Real, que preside Javier Chamorro, teniente de alcalde de León y presidente del partido Unión del Pueblo Leonés, quien se declara orgulloso de la recuperación de un nuevo elemento del patrimonio histórico del territorio.

Esa recuperación viene además en un buen momento histórico, cuando se inician las conmemoraciones del 1100 aniversario de la constitución del Reino de León.

Las obras de recuperación están siendo llevadas a cabo por una UTE que integra a las empresas Acciona y Campos, siguiendo directrices de los arquitectos Mariano Saenz de Miera, autor del plan director de la Catedral, y Melquíades Ranilla, experto en asuntos históricos y de arqueología.

De este viejo palacio se conserva el cuerpo central de la fachada, obra del entorno del XIII y XIV, construido con excelente piedra de sillería, y con una portada gótica en cuyo tímpano aparecen tres escudos.

En el cuerpo superior aparece un airoso ventanal, con tres arcos de medio punto sobre columnas. Las de los extremos están estriadas en espiral y de sus capiteles arranca un arco apuntado.

Este airoso ventanal sirve para iluminar una larga estancia -tal vez Salón Real- que cubre un techo de madera cuyas vigas trasversales, ligeramente combadas por el tiempo, se apoyan sobre modillones decorados, y en cuyas maderas se aprecian numerosos escudos nobiliarios.

A su lado, en otra sala más pequeña, se trabaja en la recuperación de otro artesonado medieval, de curiosos dibujos estelares.

Otra de las zonas con más personalidad del edificio es la que se refiere a la torre, originaria del siglo XVI, de tres alturas, en la que antaño estuvo instalado el Tribunal de la Inquisición.

La parte inferior, se apoya en una inmensas arcadas de ladrillo, dando lugar a un espacio atractivo en el que se conjuga la fuerza de sus elementos más antiguos con la sencillez y funcionalidad de lo nuevo.

Los técnicos han sido escrupulosos a la hora de diferenciar clarísimamente las actuaciones nuevas de los elementos preexistentes.

Sobre esta sala está otra más pequeña, a la que se accede por una escalera funcional, y por encima se halla aún una nueva sala, también diáfana, desde cuyos ventanales se goza de una magnífica vista de la ciudad, en la que la sinfonía de tejados termina ante las agujas góticas de la catedral.

Para unir los pisos más elevados de esta antigua torre, se ha creado una escalera en la que sorprenden las líneas verticales de su cobertura exterior, que tiene aspecto de ligereza y funcionalidad, pese a la pesadez del material del metal en que ha sido realizada.

Es ésta zona la que, por sus espacios diáfanos y luminosidad, más ha atraído el interés de los responsables de la universidad norteamericana, cuando éstos han visitado el edificio.

La fábrica del palacio ha exigido un esfuerzo notable de recuperación por estar en una situación lamentable que ha necesitado en los últimos tiempos acciones de emergencia para evitar la ruina absoluta.

En la tarea se han invertido unos cinco millones de euros, de los que casi tres corresponden a fondos de los ministerios de Cultura y de Administraciones Públicas y el resto a dotaciones del ayuntamiento.

El patio central ha sido totalmente reconstruido, con nuevos materiales, apelando a unas líneas de sencillez absoluta y con un tragaluz que generará polémica por su atrevimiento,

No obstante, la composición estética resulta brillante, y la presencia de diversas columnas -recuperadas prácticamente de los escombros- sorprende al visitante y genera un halo misterioso, al contraponer la lisura y verticalidad de su superficie con los elementos "toscos" de la obra de ladrillo o de la propia piedra interior de la muralla.

Pese a cualquier polémica, León ha ganado un palacio gótico. El que antaño fue almacén de vinos, garaje, ruina y archivo de telares, es a partir de ahora un nuevo centro cultural con el que se refuerza la memoria histórica y artística de la ciudad.