Una buena corrida de "Torrestrella, y la gran serenidad de un peón

Valencia.-  Una oreja cortó Ángel de la Rosa hoy en Valencia, aunque las notas destacadas de la tarde son por un lado la buena corrida de "Torrestrella", y por otro la gran serenidad de un peón, José Casanova, que salvó la vida de milagro en una espeluznante cogida, al final sin consecuencias.

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(EFE)

El torero Ángel de la Rosa, con la oreja cortada en el segundo festejo de la Feria de Fallas.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de "Torrestrella", bien presentados y de buen juego, salvo el quinto, más feo de hechuras y sin clase. Los mejores, primero y sexto.

Ángel de la Rosa: buena estocada (una oreja); y pinchazo y estocada perpendicular (silencio tras un aviso).

Tomás Sánchez: estocada desprendida (silencio tras un aviso); y estocada (silencio).

Paúl Abadía "Serranito": estocada baja (silencio tras un aviso); y dos pinchazos y estocada (silencio tras un aviso).

En cuadrillas, José Manuel Montoliú saludó por dos pares de banderillas con riesgo y torería en el primero, y José Casanova hizo lo propio en el cuarto después de haber estado a la salida del primer par un buen rato a merced del toro contra las tablas, pero saliendo indemne, y clavando a continuación un segundo par de mucha categoría.

La plaza tuvo más de media entrada en tarde agradable.

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OPORTUNIDAD PERDIDA

Cogida atroz del banderillero José Casanova, que no llegó a tiempo de refugiarse en el burladero cuando el toro cuarto le "hizo hilo" (embistiendo en línea recta al cuerpo del hombre como único objetivo, sin atender a los capotes que acudían al quite) a la salida del primer par. En la persecución llegó a ganar el astado, estampándole contra las tablas. Y allí, no se sabía si herido ya el hombre, lo tuvo un buen rato.

Más que desesperación, angustia. Tremenda zozobra entre la duda de lo que podía estar pasándole al joven torero de plata, que finalmente pudo zafarse de las astifinas guadañas que iban y venían por los alamares del traje de luces amenazado. Acaso la escena duró quince o quizás veinte segundos. Sin embargo, dio la impresión de una eternidad.

Por fortuna ni un rasguño. Una ligera cojera fue el único síntoma de la paliza, pues la cosa quedó sólo en eso, un tremendo zarandeo. La plaza rompió en una cerrada ovación de contento. Vaya si hay Dios.

Pero hubo más: la lección de arrojo y pundonor del bravo torero, que, sin mirarse, pidió "los palos" que todavía faltaban por clavar para cerrar el tercio convenientemente. Fue aquel el momento culminante de la tarde, la emoción desbordada. Pues ¿de dónde pudo sacar Casanova tanto valor y serenidad a la vez para ir de nuevo a la cara del toro? Y no sólo eso: el par fue memorable, al cuadrar en la cara, dejándose ver y sacando los brazos de abajo. Las banderillas prendidas en menos de lo que ocupa una moneda de euro. El par de la feria, por ejecución y por el contexto de emotividad.

El "jefe" de filas de Casanova, el matador Ángel de la Rosa, que a continuación iba a empezar con la muleta, no reparó en aprovechar el ambiente, pues con un brindis al héroe de la tarde hubiera bastado para poner al público de su parte en la faena. Y no. Le faltaron reflejos. Esto último define las circunstancias de un festejo que debió saldarse con notables triunfos.

Porque hubo toros claros de triunfo, la mayoría. Ese mismo cuarto toro tuvo bondad para regalar. Se vio claro las pocas veces que De la Rosa acertó a engancharlo por delante "llevándole" (toreado). Pero pudo más la falta de ánimo del torero, casi siempre mal colocado, encimista y descruzado.

Fue De la Rosa el único que "tocó pelo" en la tarde, en el toro que abrió plaza, al que aprovechó también sólo a medias, y eso gracias al estilismo que aún atesora -otrora su toreo fue de mucha personalidad, haciendo concebir grandes esperanzas-, con unos naturales de cierta finura. Aquí la espada, que siempre ha sido su asignatura pendiente, fue decisiva para amarrar el trofeo. Una gran estocada.

Sánchez llevó a cabo sendos trasteos sin medida. Pases y pases si apenas poso. Mejor en su primero, aunque tampoco levantó vuelo. En el quinto tuvo la disculpa de que el toro acompañó menos, pero él es el culpable de los dos desproporcionados puyazos que dejaron listo al animal.

Con el mejor lote en conjunto, "Serranito" lució sobre todo disposición. Pero pudieron más las carencias, en este caso técnicas y artísticas. No terminó de hacerse con su bravucón primero, que llegó crecido a la muleta quizás por faltarle un puyazo. Y tampoco acertó con el buen sexto, toro de mucha clase y entrega.

Oportunidad perdida para los tres. Menos mal que el banderillero Casanova está de enhorabuena.