¿Para qué sirve una comisión de investigación?

Se abre el telón (digo, la comisión)

Un partido político suelta su parrafada.

El segundo, hace lo propio.

Todo el mundo se siente indignado, pero se va de rositas.

Se cierra la comisión.

(EFE)

El consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados, durante su comparecencia en la Comisión que investiga la presunta trama de espionaje político en Madrid.

Esto no es el guión de ninguna obra, si bien podría encajar en el teatro del absurdo. El Gobierno de Aguirre ha dado carpetazo, de forma precipitada y sin escuchar a las víctimas, a la comisión que investiga la presunta trama de espionaje en el seno del PP madrileño. Un cierre en falso que se repite comisión tras comisión. "Nunca he visto salir adelante ninguna que se refiera a un posible caso de corrupción", nos dice Jorge Verstrynge, dedicado a la docencia en la Complutense tras una dilatada carrera política. "Ninguna ha dado un resultado tajante", apostilla Lucrecio Rebollo, profesor de Constitucional en la UNED.

Entonces, ¿para qué sirven estas escenificaciones? Sobre el papel, las comisiones de investigación persiguen el establecimiento de responsabilidades políticas, y, en el caso de hallar algún tipo de implicación jurídica, ponerlo en conocimiento del Ministerio Fiscal. Sin embargo, en la práctica, resultan más bien una herramienta para hacer política, según nos explica Lucrecio Rebollo: "Se utiliza una herramienta técnica para un fin distinto".

Si repasamos los antecedentes de las comisiones de investigación (la financiación irregular del PSOE, la del 3% en Cataluña, la del Prestige, la del 11-M, entre muchas otras) encontramos un patrón: ninguna ha generado consecuencias jurídicas. De este modo, sólo quedan las cuestiones políticas y, como ya se sabe, y se encarga de subrayar Lucrecio Rebollo, "lo jurídico es cierto y obedece a principios conocidos, mientras que lo político responde a las circunstancias y a las interpretaciones concretas de cada uno".

Sorprende el escepticismo de ambos entrevistados. "Cuando hay algún asunto de actualidad, los políticos no quieren quedarse fuera, por lo que se dedican a marear la perdiz en las comisiones", dice tajante Jorge Verstrynge. En un sentido similar, Lucrecio Rebollo apunta otro dato: "En el Senado sería perfectamente posible llevar a cabo una investigación, pero es algo que nunca se ha hecho. ¿Por qué? Pues porque no tendría ninguna repercusión mediática, ya que mucha gente desconoce quiénes son los senadores, e, incluso, cuál es el nombre del presidente del Senado" [Javier Rojo, por cierto].

Y sobre el espionaje en Madrid

Ambos expertos coinciden en que la comisión que hoy ha finalizado nació con muy pocas posibilidades de salir adelante. "Se veía venir", asegura Verstrynge, quien añade que las comisiones son aún más inútiles desde el momento en que el partido investigado goza de mayoría absoluta, y tiene la facultad de imponer los plazos, las comparecencias, etcétera.

Para Rebollo, la comisión se debe más al revuelo que se generó por las elecciones autonómicas gallegas y vascas que por la existencia de unas pruebas determinantes que pudieran salpicar a los señalados. "Si hubiera fundadas sospechas de la comisión de alguna irregularidad, el PP no habría abierto la comisión". De hecho, para el profesor, en este asunto, el Partido Socialista ha cometido un error de cálculo, "al precipitarse en la apertura de una comisión que no tenía ninguna opción de lograr algún resultado".

Verstrynge también considera que los socialistas madrileños han obrado mal, ya que, a su juicio, deberían haber abandonado la comisión ayer, cuando se decidió su clausura, y deberían haberse establecido en una comisión al margen que exigiera la comparecencia de las supuestas víctimas de los casos de espionaje. Esta comisión alternativa, si bien no tendría validez legal, sí que podría revestirse de cierta autoridad moral, según nos dice el profesor. Ni más ni menos, algo así como el 'Juego de la Pelota' que protagonizó el tercer estado contra Luis XVI y que dio origen a la Revolución Francesa, pero en versión Asamblea madrileña.

Tras la comparecencia de once personas, distribuidas en cuatro sesiones, la comisión ha quedado vista para sentencia. El próximo lunes se discutirá el dictamen de las conclusiones. Después de las palabras de los expertos, nos quedamos algo fríos ante tanto escepticismo (y tan poco disimulado). ¿Acaso no puede haber algún caso en el que la comisión sea verdaderamente útil y llegue más allá de una mera representación? Hombre, eso podría suceder, nos dice Rebollo, en el caso de que los hechos que se someten a comisión tuvieran "una suficiente entidad. Por ejemplo, como en el caso Watergate en Estados Unidos", concluye.