La terna de novilleros, a hombros tras repartirse siete orejas

Illescas (Toledo).-  Los novilleros Miguel Tendero, con tres orejas, Pedro Marín y Fernando Tendero, con dos cada uno, salieron a hombros de la primera semifinal del certamen "Puerta Grande", que patrocina "Castilla La-Mancha Televisión", y que se celebró hoy en el coso toledano de Illescas.

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(EFE)

El novillero de Villarta de San Juan (Ciudad Real) Fernando Tendero. EFE/Archivo

Se lidiaron novillos de "Los Chospes", bien presentados, justos de fuerzas y de juego variado. Los mejores, segundo y quinto. También "sirvió" el sexto. Primero y cuarto, con geniecillo, tuvieron sus complicaciones; y el tercero fue un inválido.

Pedro Marín, una oreja tras dos avisos y una oreja.

Fernando Tendero, dos orejas y vuelta al ruedo tras un aviso.

Miguel Tendero, una oreja y dos orejas.

La plaza se llenó.

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Fernando Tendero realizó una gran faena a su primero, novillo noble y con clase, aunque algo flojo, al que toreó con gusto y muy templado por el pitón derecho, y mejor si cabe al natural, con profundidad y por abajo. Remató con bonitos adornos, y aunque pinchó antes de la estocada, las dos orejas fueron de ley.

Como de ley hubieran sido las otra dos del quinto de haber matado bien, pues la faena tuvo idéntico corte, y si cabe más sentimiento. Buen novillo de "Los Chospes", flojito pero repetidor, al que Fernando Tendero cuajó de principio a fin. De nuevo, sobresaliente al natural, con temple y mucha hondura, con gusto y por abajo.

Miguel Tendero se las tuvo que ver con un primer novillo muy protestado por sus nulas fuerzas, inválido, que cada dos muletazos perdía las manos. Anduvo con cabeza y capaz el novillero, mimándole a media altura, pero su labor transcurrió entre gritos, y no tuvo reconocimiento oportuno a pesar de la oreja que acabó cortando.

Pero en el sexto, un novillo suavón, firmó Miguel Tendero la labor más rotunda de la tarde, una faena técnica y de mucho temple, en la que toreó con gusto y mano baja por los dos pitones. La estocada final fue perfecta rúbrica para las dos orejas que paseó.

Pedro Marín se enfrentó primero a un novillo que no dio facilidades, y al que cuajó una faena de mucho esfuerzo y tenacidad. Pero el astado tardó muchísimo en caer tras la estocada, dando tiempo a que sonaran dos avisos, enfriándose el ambiente.

Y con el cuarto, más de lo mismo. Novillo complicado, que se quedaba corto, volviéndose en un palmo y rebañando por los dos pitones. Marín toreó con arrojo y disposición. Lo mejor, el saludo de capote, componiendo bien la figura y lanceando con buen son.