Congelar el gesto

Luis Fernández y Javier Pons, presidente de la Corporación RTVE y director de TVE respectivamente, han anunciado a bombo y platillo que este año se congelan los sueldos. Perdonen pero tengo que acercarme a la nevera a por una bebida isotónica: las lágrimas caen por mi rostro de una manera tan dramática que corro el riesgo de deshidratarme. ¡Qué detallazo! Fernández y Pons demuestran con este melodramático gesto una humanidad estremecedora: ¡son de los nuestros! Currantes. Trabajadores de los de pañuelo de cuatro nudos en la cabeza. Y como hay que apretarse el cinturón, pues ellos son los primeros en meter barriga. ¡Con dos cojones y una hebilla!

Fernández y Vasile.

La información oficial de TVE no incluye el importe de los sueldos que se van a congelar. Ni tampoco algunos detalles sin importancia. Como por ejemplo, que al acceder al cargo, los hoy ateridos directivos se subieron el sueldo un reconfortante 30%. Tampoco cuenta si en esta política de ahorro les han cambiado el coche oficial por un Smart, les han restringido las llamadas internacionales del móvil o les han sustituido la Visa Oro por la tarjeta cliente de Carrefour. Minucias. Vayamos a lo importante: el presidente de la corporación cobra 240.000 congelados euros al año.

¿Un pastón? Puede que para usted, lector de medio pelo. En realidad se trata de una miseria, sobre todo si lo comparamos con lo que se llevan a casa sus colegas Paolo Vasile ( 2.300.000 euros), Maurizio Carlotti ( 1.790.000 euros) o Javier Díez Polanco (1.274.000 en 2007). Y cuidado, porque estos popes de la comunicación, lejos de meter la nómina en la nevera, lo que piden es que el Gobierno les ayude a soportar la crisis. ¿Qué sería del pobre Vasile si este año no pudiese trincar una cifra similar a esos dos millones de euros? ¿Quién se haría cargo de la comida de sus churumbeles, del pienso de sus animales domésticos, del riego de las flores de su jardín? Tenga humanidad, señor Zapatero, y por lo que más quiera, diseñe cuanto antes un plan de ayudas económicas para nuestras pobrecitas empresas de comunicación.

Ademas, 240.000 euros no es dinero. Se mire como se mire, es decir, con el ojo privado o con el ojo público. Piensen que Mark Thompson, director general de la cadena pública británica BBC, gana cada año cerca de 900.000 euros.

Entonces, ¿en qué quedamos? se preguntará el lector más exigente. Pues muy sencillo. El problema no es congelarse o no el sueldo. El problema es querer vivir de gestos. ¿Gestos? Sí, esa gasolina que mueve el motor del Gobierno de Zapatero.

Olvídense de teatralidades y sean eficaces. Descongelen sus mentes, directivos de RTVE. Revisen el significado de servicio público, dejen de competir con las privadas y mejoren los contenidos. Ya se forrarán del todo, no se preocupen, cuando abandonen la televisión pública y fichen por una productora o una cadena privada.