El rito de las Cabezadas, un año más en tablas

León.-  La ceremonia de las Cabezadas, un rito que se celebra en la Real Colegiata de San Isidoro de León y que gira sobre el carácter voluntario u obligatorio de una ofrenda que hace anualmente el pueblo al santo por un milagro ocurrido hace más de ocho siglos, acabó un año más en tablas.

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Han pasado 851 años y el Ayuntamiento de León y el Cabildo de San Isidoro no han dado su brazo a torcer, ni han sido capaces de ponerse de acuerdo, por lo que continuará en lo sucesivo la disputa dialéctica sobre el carácter de una ofrenda que se hace al santo de Sevilla en agradecimiento de un milagro.

El concejal de Hacienda del Ayuntamiento de León, Miguel Ángel Fernández Carro, y el canónigo Manuel García, como representante del Cabildo, fueron los encargados de defender con sus argumentos sendas posturas, todo ello en el claustro de la Real Colegiata de San Isidoro, una de las joyas del románico y ante unas trescientas personas.

"No nos meta otra deuda que nos desborda", ha pedido el concejal de Hacienda al Cabildo, en alusión a la que ya tiene el Ayuntamiento.

Tampoco le valieron al Cabildo los argumentos dados, sobre que precisamente en ese mismo lugar el Rey Alfonso IX celebró las primeras Cortes democráticas de la historia en 1188, en las que, entre otros valores, se defendió el de la libertad.

Y con ese carácter libre, el edil afirmó que la ofrenda de un cirio, de 11,5 kilogramos -una arroba- y 110 centímetros de largo, y dos hachones de cera en agradecimiento a este milagro, era voluntaria.

Este año, como novedad, le dio un tarugo de madera, con el reto de que si San Isidoro lo convertía en oro era señal de que la ofrenda era obligatoria.

Por su parte, el representante del Cabildo sostuvo que la ofrenda era obligatoria y además aconsejó al Ayuntamiento que "pague", porque "cuando uno se quita de encima una deuda se queda aliviado".

El debate viene a raíz de un milagro del santo de Sevilla, que, según cuentan, puso fin a una gran sequía que asolaba la zona de León en 1158.

Con motivo de este milagro, la Corporación municipal acude el último domingo de abril al son de clarines y tambores, custodiados por la guardia real y acompañados de maceros, a la Colegiata de San Isidoro a entregar al Cabildo dicha ofrenda.

Según la crónica del canónigo Lucas de Tuy, el origen de la tradición se remonta a una gran sequía en León, por la que el Rey Fernando II ordenó sacar en procesión los restos de San Isidoro, según ha recordado el edil en el acto.

Una vez llegaron a Trobajo del Camino, término municipal de San Andrés del Rabanedo, en el alfoz de León, la urna alcanzó tal peso que nadie consiguió moverla de allí por más que lo intentaron, hasta que aparecieron cuatro niños y consiguieron levantar la urna como si fuera una pluma.

Esto se interpretó como una señal divina, en el sentido de que no el Santo no quería que se volvieran a sacar las reliquias de la Colegiata, según ha recordado el edil en el acto.