Padilla y Cortés, una oreja cada uno contra la mansedumbre y el diluvio

Burgos.-  Una oreja cada uno cortaron Juan José Padilla y Salvador Cortés, hoy en Burgos, en la primera corrida de su Feria de San Pedro y San Pablo, festejo deslucido en extremo por la mansedumbre del ganado y por el temporal de lluvia y frío en la segunda parte.

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(EFE)

El diestro Salvador Cortés da un derechazo a su morlaco durante la primera corrida de la Feria de Burgos.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de hijos de Celestino Cuadri, con cuajo y, sin embargo, vacíos de contenido, muy bajos de raza y deslucidos en extremo. El primero, noble, sin embargo, sin clase; segundo y tercero, parados; el cuarto, aquerenciado; quinto y sexto se movieron más, pero sin humillar.

Juan José Padilla: estocada casi entera, perpendicular y caída (silencio); y estocada (una oreja)

Luis Bolívar: dos pinchazos, otro hondo y descabello (silencio tras un aviso); y media estocada baja y once descabellos (silencio tras un aviso).

Salvador Cortés: media perpendicular y diez descabellos (silencio); y pinchazo y estocada desprendida (una oreja).

La plaza tuvo algo más de media entrada en tarde de nubes y claros, y agradable temperatura en la primera parte del festejo, con fuerte aguacero a partir de la muerte del quinto y sobre todo en el sexto.

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SÓLO ESCAPARATE

Una corrida de toros como se ven pocas desde que terminó San Isidro en Madrid y hasta que comiencen los sanfermines en Pamplona. Es reconfortante encontrarse de nuevo con el toro, tan raro en plazas "de segunda". Una corrida sin exageraciones, no obstante, con trapío y presencia, con mucha "plaza" como se dice ahora.

Pero, lamentablemente, fue sólo el escaparate. Porque falló la casta en grado alarmante. Poco bueno en el ganado, y sólo apuntes.

A todo esto, la nota de la tarde la dio el tiempo, la climatología. El diluvio universal durante la faena al sexto. Muy poco público lo pudo soportar, ya que el viento racheado y fuerte llevaba el agua hasta las localidades altas cubiertas.

Quien aguantó el chaparrón en el sentido literal fue Salvador Cortés, que forzó una faena efectista de pases sueltos, más bien medios pases, y por arriba. La escena de rayos y truenos, viento y frío, poco apropiada para ver torear, en este caso prestó interés, apasionándose más incluso los sufridos y mojados espectadores.

La otra oreja la cortó Padilla al cuarto como premio al esfuerzo, la entrega y los recursos que tuvo el trasteo. En realidad no fue toro posible, reservón y pegando arreones, refugiado en la querencia, siempre a la defensiva. Padilla puso mucho tesón para acabar inventándose la faena en la que desde luego hubo pases notables sueltos y abundancia de rodillazos y desplantes. No cabía más.

El resto de la corrida estuvo marcado por el nulo juego del ganado. Aunque en el que abrió plaza, con la gente todavía "sin entrar" en la corrida, Padilla había apostado por una faena con buen argumento, variada y pura, sin embargo, sin la transmisión que no tenía el toro.

Cortés se malhumoró por la falta de condición de su primero, abreviando a las primeras de cambio.

Bolívar, que salió del paso también en su primero, toro de medias y espaciadas arrancadas, se esforzó más en el quinto, en faena a más y destacando en el toreo al natural, cuyas tandas abrochó con oportunos y variados remates, como el afarolado, el molinete invertido y un abaniqueo final. Si llega a matar bien hubiera cortado igualmente una oreja.

Aunque ni este hipotético trofeo, ni los otros dos materializados justificaron la tarde aburrida y sufrida por la mansedumbre y el temporal.