Obama aún no ha invitado a Zapatero a la próxima cumbre del G-20

Desde el pasado mes de noviembre, cuando España recibió la noticia de que estaría en la famosa cumbre del G-20 en Washington, aquella en la que se refundaría el capitalismo, el Gobierno Zapatero ha mantenido las esperanzas de que nuestro país se convierta en invitado permanente a esas reuniones del grupo de élite que estudia y decide sobre la crisis económica más grave de la historia.

Zapatero y Merkel observan a Obama, de espaldas en la foto.

Aunque nuestra presencia en la reunión de Washington se debiera a la amabilidad de Sarkozy, creaba expectativas para el futuro y reabría la polémica de por qué España no estaba aún en uno de los clubs —el otro es el G-8— de las grandes potencias económicas.

Todas las esperanzas de haber dado un gran paso adelante se vieron confirmadas cuando España fue invitada también a la cumbre de Londres en abril.

Ese encuentro, donde en teoría se acordó "la reforma más profunda del sistema financiero desde 1945", llevó al presidente del Gobierno español a afirmar que "somos una potencia económica" y propuso una intervención para acabar con los paraísos fiscales, además de anunciar que la crisis "tocará fondo" a finales de este año. Tras esto parecía pan comido conseguir sentarse entre los más grandes. El presidente del Gobierno, y con él el grueso de su equipo, quedaron bastante convencidos de que a partir de ahora, España asistiría a las cumbres del G-20, comenzando por la de Pensilvania, que organiza Obama en septiembre.

Por eso, y dentro de ese contexto, ha sorprendido esta mañana el hecho de que Javier Vallés haya confesado que aún no han recibido la invitación para viajar a Pittsburgh. Vallés, director de la Oficina Económica del presidente, un tipo serio y solvente, lo ha desvelado en un curso de la Menéndez Pelayo que dirige José Juan Ruiz, director general de la Divisón América del Banco Santander.

La opinión generalizada es que, aunque aún hay tiempo, lo cierto es que de nuevo la diplomacia española se va a tener que emplear a fondo para confirmar nuestra presencia en la cita , donde los medios oficiales se preparan con la misma intensidad que los grupos antisistema. Después de la etapa inaugurada en noviembre en Washington, seguida en Londres en abril, Pittsburgh tendrá el objetivo de examinar para qué han servido los acuerdos alcanzados hasta ahora y la temperatura de la economía global. Si por fin los manoseados brotes verdes aguantan o se han secado durante el verano.