Familia de Goulart ve poca cooperación en Brasil para resolver su asesinato

Montevideo.-  La familia del ex presidente brasileño Joao Goulart (1961-1964) denunció hoy la "falta de compromiso" del Gobierno de Brasilia para esclarecer si el ex mandatario, fallecido en 1976 cuando se encontraba en el exilio, fue víctima de un asesinato político.

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(EFE)

Tanques y tropas leales al presidente Joao Goulart (1961-1964) hacen guardia delante del Ministerio de la Guerra, ante el anuncio de que tropas rebeldes marchan sobre la capital brasileña. EFE/Archivo

Varios miembros de la familia Goulart, entre los que se encontraban su viuda María Theresa, su hijo Joao Vicente y sus nietos Christopher y Marcos Goulart, exigieron en Montevideo un "mayor compromiso y voluntad política", así como "coraje" al Ejecutivo brasileño para resolver este caso.

La familia realizó estas declaraciones en una rueda de prensa convocada con motivo del estreno hoy del documental "Jango en tres actos", donde se narra la vida política y la muerte de Goulart, depuesto mediante un golpe militar apoyado por los EE.UU en 1964.

En ese documental aparece una entrevista grabada en 2008 con el ex agente de la inteligencia uruguaya Mario Barreiro, preso desde 1999 en una cárcel brasileña, en la que afirmaba haber participado en una operación encubierta, enmarcada en el Plan Cóndor de apoyo entre las dictaduras latinoamericanas, que culminó con el asesinato de Goulart por envenenamiento.

La muerte de Goulart, conocido popularmente como "Jango", se produjo en Argentina y fue atribuida oficialmente a un ataque al corazón, aunque se impidió realizarle una autopsia tanto en Argentina como en Brasil, donde fue enterrado.

Según Barreiro, el veneno que según él le mató fue colocado en unas píldoras para el corazón que el político importaba de Francia para atender su cardiopatía.

Para Joao Vicente Goulart, Brasil no está interesado en resolver este caso, que permanece abierto en la Justicia del país sudamericano desde hace dos años, porque obligaría a pedir explicaciones a EE.UU. y a revisar la política respecto a las violaciones de los derechos humanos cometidas durante la dictadura.

"Creemos que el caso no avanza porque hacerlo sería revisar la Ley de Amnistía que rige en Brasil. El país es una democracia, pero las leyes de este tipo están muy retrasadas e incluso marcan la prescripción de los crímenes de lesa humanidad", afirmó Goulart hijo.

Así, la familia anunció que si en marzo de 2010 no se han visto aún avances en el caso, llevarán esta denuncia a un tribunal internacional, tipo la Corte Interamericana de Derechos Humanos o el Tribunal de La Haya, en busca de justicia.

"Escuchar a los testigos nombrados, facilitar la apertura de archivos, pedir la colaboración de otros países, esas son las cosas que Brasil podía haber hecho y aún no hizo", se lamentó Joao Vicente Goulart.

"Es triste que Brasil no tenga interés en su historia y en un hecho, como el golpe al gobierno de Goulart que afectó la vida de millones de brasileños", sentenció el hijo del ex mandatario.

En Uruguay, las palabras de Barreiro sobre la muerte de Goulart también arrojaron luz sobre el asesinato en 1978 de Cecilia Fontana, esposa de un dirigente del Partido Blanco, que murió al beber de una botella de vino envenenada que había sido enviada a su casa como regalo.

Barreiro afirmó que este veneno fue puesto en la botella por el mismo médico que adulteró los medicamentos del ex presidente brasileño, quien a su vez moriría al caer desde un primer piso, cuando amenazó con contar lo que sabía en represalia por no obtener un cargo.