The Bats: Nueva Zelanda no es San Sebastián, aunque lo parezca

El que un grupo lleve junto más de un cuarto de siglo con la misma formación no suele ser lo habitual, siempre hay alguien que se va descolgando por el camino por desidia, roces naturales de convivencia, discrepancias en la evolución de la banda… Los neozelandeses The Bats han conseguido eso, aunque con truco ya que el cuarteto formado en 1982 en Christchurch, ha tenido algún que otro parón que les ha servido para, entre otras cosas, que su cantante y guitarra Robert Scott haya hecho sus proyectos paralelos.

Podrían haber sido editados por Elefant.

Para los que aún no conozcan a The Bats, hay que decirles que es el típico grupo que no aparece en portadas de revistas ni tiene ventas masivas en España, pero que arrastra tras de si una legión de seguidores y fans que, como fieles devotos, esperan con ansia cualquier disco nuevo del grupo. Algo parecido ocurre en Estados Unidos donde han llegado a tocar en giras con Radiohead y REM , son casi más populares que en su país o el Reino Unido y es fácil ver como sus discos se cuelan en las listas americanas de venta.

Con su último disco aparecido hace escasas semanas en España, The Bats vienen a calmar un poco el ansia de sus seguidores con doce nuevas canciones. ¿Qué tienen estos chicos para que la gente se quede como hipnotizada con su música? 'The guilty office', su nuevo álbum, se abre con 'Countersign'. Guitarras lentas y juegos vocales entre Robert Scott y Kaye Woodward y un sonido que nos recuerda muchísimo a los trabajos de grupos como La Buena Vida o los desaparecidos Le Mans o La Vieja Escuela.

Y es que lo que atrapa de The Bats es esa belleza musical decadente que podíamos encontrar en los discos de los 80 de los grupos de sellos como Cherry Red o Sarah Records o el primer disco de Lloyd Cole and the Commotions  y que en España asimilaron grupos como El Pecho de Andy en Toledo o la cuadra del Donosti Sound.

Escuchar a The Bats es retrotraerse a las Marine Girls o los primeros trabajos de EBTG antes de abrazar los ritmos electrónicos. Canciones como 'Crimson enemy' podrían haber aparecido en cualquier vinilo de colores grabado por un grupo editado por Elefant en su club del single y 'Castle lights' parece una balada perdida del repertorio de Mamas and the Papas.

Tardes en la playa viendo como cae el sol, abandonarse al hastío pensando en nada, melancolía y mucha intensidad emocional es lo que trae 'The guilty office'.

Si todavía no conoces a The Bats pero eres de los que aún te recorre un escalofrío cuando escuchas canciones emocionantes, ya tienes un nuevo grupo por el que interesarte. Sus fans son legión y ya sabes lo que decían de Elvis: 40 millones no pueden estar equivocados. Los seguidores de The Bats no son tantos pero todo llegará. Es cuestión de correr la voz. Por mi parte, 'Steppin’ out' ya forma parte de mi banda sonora para las cenas de verano en la terraza de casa.