La TDT viaja en bus

Estos días ha visitado mi pueblo un autobús de la Junta de Castilla-La Mancha. Su misión era informarnos (somos poco más de cien vecinos) de la llegada de la TDT. Un conductor y dos operarios se plantaron con su flamante vehículo en la puerta del Ayuntamiento, y repartieron unas bolsas azules muy bonitas que incluían un bolígrafo, un imán para la nevera, una alfombrilla para el ratón del ordenador y una libretilla en blanco para tomar notas. Explicaron que algunas teles viejas no tienen la clavija necesaria para conectar la TDT, y que a finales de año ya no sirven. Incluso se ofrecieron para ayudar a montar el descodificador, si es que alguien ya lo había comprado y no había sido capaz de instalarlo. No dijeron nada de que esos descodificadores que nos animan a comprar no sirven para la TDT de pago o interactiva, y evitaron advertir de que en un futuro cercano es muy posible que tengamos que comprar otros descodificadores. Después se subieron al autobús y se fueron. Bien hecho: la TDT es el centro de nuestras vidas rurales.

Lo que no dijeron es que en el futuro tendremos que comprar otro descodificador.

No vienen muchos autobuses de la Junta de Castilla-La Mancha por mi pueblo. Y mira que podían venir autobuses... Yo creo que la gente agradecería enormemente la llegada de cualquier medio de transporte repleto de información. Por ejemplo, para contarnos cómo prevenir los incendios forestales; o para explicarnos cuáles son los deberes y las obligaciones de los Ayuntamientos (y cuáles son nuestros derechos como ciudadanos); o para decirnos cómo podemos proteger nuestros caminos y espacios naturales; o para abrirnos los ojos sobre los abusos de los bancos y cajas de ahorro; o para explicarnos cómo tener acceso a una conexión digna a internet; o para recordarnos que tenemos que exigir una sanidad de calidad; o simplemente para explicarnos por qué en pleno 2009 no tenemos agua potable.

El autobús vino a mi pueblo para recordarnos que tenemos que comprar una pieza para ponérsela a la televisión. Y que si no se la podemos poner, tenemos que comprar una tele nueva. La verdad es que es importante. Mucho más que los incendios, la inoperancia de los ayuntamientos, la naturaleza, la delincuencia de los bancos, el deterioro de la sanidad, el acceso a internet o el agua potable.

La TDT es un tema de interés nacional, al ser de sumo interés político. No se debe bromear, ni escatimar medios, cuando está en juego el altavoz promocional del Gobierno. Y de los Gobiernos autonómicos. Piensen que si no instalamos cuanto antes los descodificadores, el próximo 31 de diciembre tendremos que conformarnos con la propaganda que llega al buzón de correos. Poca cosa. Sin televisión no podremos ver a Barreda (ni a Espe, Chaves, Camps o Montilla) inaugurando cosas, prometiendo cosas, sonriendo al pueblo, besando niños, etc.

En una entrevista publicada en Público, Carme Chaparro, presentadora de informativos de Telecinco, dice: "No podemos ni imaginar cómo la TDT cambiará la televisión". Tiene razón. No me lo puedo imaginar, excepto si pienso que los crímenes, accidentes, catástrofes y demás miserias sangrientas con las que rellena sus pútridos informativos se podrán ver con una mayor calidad de imagen: las vísceras lucirán en todo su esplendor. Chaparro, por si les interesa, hizo esas declaraciones durante un acto promocional de la TDT...

Un motivo para no ver la televisión.

Youtube. Esa televisión que vemos sin necesidad de ver la televisión: Wilco en el programa de David Letterman.