Cómo defenderse de los piropos... o lo que es peor, de los piropos constructivos

Antes de que sigas leyendo, una advertencia. Sí. Este es un post sexista, machista, feminista, para chicas... Como quieras llamarlo. Pero las cosas son como son. Vale que a vosotros cada vez os lanzan más piropos subidos de tono e incluso sentís cómo vuestro trasero es observado al pasar delante de una acumulación de hormonas femeninas en ebullición. Pero mientras el bando masculino siga dominando el andamio y otras posiciones estratégicas de la vía pública, podremos hacer eso que tanto nos gusta, generalizar, y asegurar que ellos son los emisores de los mensajes eroticofestivos y ellas las receptoras, o lo que es lo mismo, las víctimas. Con todo, trataremos de no perder la perspectiva paritaria.

Català Roca

¿Harta/o de asaltos a traición?

Pues bien, dicho esto, al lío. Como ya sabéis, las 'macgyveradas' —que no las bicicletas—, son para el verano. Así, aplicando una de lógica de nivel de 2º de BUP, no tardaremos en llegar a la conclusión que buscábamos. Allá vamos: El verano es calor; el calor invita a destaparse; destaparse implica enseñar más carne; la carne gusta (aunque seas vegano ortodoxo); y cuando algo gusta, hay que decirlo. Luego el verano es, sin duda, el caldo de cultivo ideal para silbidos y alabanzas callejeras.

"¿Pero todavía os piropean?", preguntaba extrañado un reputado community manager a dos bellas periodistas digitales mientras disfrutaban de un almuerzo 'Doble efe' (frugal y fugaz) en un parque, hablando de lo divino y lo humano y maldiciendo trabajar en agosto. Esta conversación, no sólo dio pie a una retahíla de halagos de vieja escuela y demás obscenidades vividas de primera mano o por "tengo una amiga que...", sino a una afortunada serendipia. ¡Eureka! Los neopiropos ya están aquí y parece que para quedarse.

Confiesa que más de una vez tú, víctima (o víctimo) de requiebros de toda índole, has deseado que la evolución cayese en la casilla de la oca y avanzase de golpe unos cuantos puestos, al toparte con alguno de estos tipos:

• El animal: Sabes de sobra de quién te estamos hablando. Incluso han inmortalizado a este espécimen en un hilarante corto. Imaginas que si te vuelves lo verás ahí de pie, masticando un palillo y con los ojos en blanco. Pero no, lo del palillo nunca se cumple.
• El Arturo Fernández: ¡Ojo! No confundir con aquellos cuyo grado de deshinibición es directamente proporcional a su edad. Hay 'arturos fernández' de todas las generaciones. Se caracterizan por pensar que vas a caer rendida/o a sus pies con sólo levantar una ceja. Sonríen de medio lado y dicen cosas como "chatina", "preciosidad", "ole, ole y ole las chicas guapas" o "deberías caminar por la sombra..." Tan inofensivos como cansinos.
• El constipado: Parece que estornudan o que acaban de abrir una tónica en plena calle: "¡Sssschhh ssschhhh!" Vale que la mitad de las veces no te llaman a ti sino a la persona que pasa a tu lado justo en ese momento, pero sería faltar a la verdad negar que más de uno utiliza este truco para captar tu atención y a continuación guiñarte un ojo.

Pues bien, a veces hay que tener cuidado con lo que se desea. Porque sí, el prototipo piropeador ha mutado, pero como sabemos, no todos los cambios genéticos son para bien. La primera en evolucionar ha sido la moda y la falda por debajo de la rodilla ha pasado a la historia. A esto hay que sumarle el calentamiento global. Todo esto junto ha hecho que se multipliquen los kilos de carne a enseñar, provocando un efecto saturación-comparación que ha dado lugar a un nuevo tipo de piropo: la crítica constructiva. Para entendernos, el emisor quiere halagar a su interlocutora pero decide añadir un valioso toque realista a su alabanza que además haga las veces de consejo práctico. Se trata de un nuevo concepto de piropeador, un modernillo de las lisonjas que te mostramos a través de dos ilustrativos ejemplos:

• Ejemplo nº1: Atractiva treintañera que enseña las piernas por debajo de un elegante vestido se acerca a las proximidades de una obra cualquiera del Plan E. Agacha ligeramente la cabeza imaginándose lo que va a ocurrir a continuación... o no. Con un "¡a ver si tomamos el sol!" uno de los peones le hace recordar que todavía no ha podido irse de vacaciones y que a su lado, Iniesta parece mulato.
• Ejemplo nº2: Interesante veinteañera tardía camina por la calle con una falda que, aunque corta, cumple la sagrada regla de los cuatro dedos. Un neopiropeador la asalta: "Perdona, ¿te puedo hacer una pregunta?". Y, sin que la víctima tenga tiempo para reaccionar, suelta la 'crítica constructiva': "¿Tú haces deporte verdad? Porque tienes piernas de deportista..." La neopiropeada se aleja aturdida sin apenas reaccionar cuando cae en la cuenta. "Un momento... ¿Deportista? ¿Yo que llegué a suspender gimnasia cuando estaba en el colegio?" Y como una revelación te vienen a la cabeza las piernas de Arantxa Sánchez Vicario.

Pasa a la acción

Para combatir las críticas constructivas y cualquier otro juicio de valor que provenga de un desconocido en una calle, he aquí nuestros pequeños consejos. Conviértete en...

• ...Pepita Pulgarcita. O mejor, en Sor Citroen: Hazte pequeñito/a. Encógete de hombros y agacha la cabeza. El trago sólo durará unos segundos. Un atuendo monjil no te librará de alguna que otra burrada, pero muy probablemente rebajará la intensidad y la frecuencia. Además, un cuello vuelto en verano combina a la perfección con un buen rosario al que aferrar las manos para evitar la tentación de enseñar el dedo corazón al sujeto emisor de los mensajes libidinosos.
• Chica/o tampones O.B. O lo que es lo mismo, relájate y disfruta: Un pequeño flash para los que no recuerden el anuncio. Hermosa adolescente desafía a las leyes de la naturaleza (y de la alquimia) y se atreve con unos shorts de un blanco inmaculado para sacar a pasear al perro mientras tiene la menstruación. La casualidad quiere que se tope con grupo de adolescentes en plena efervescencia hormonal que se miran unos a otros asombrados cuando contemplan la aparente naturalidad con la que la muchacha pasa por delante del grupo. Ella contiene la respiración mientras ellos se dejan hipnotizar con el blanco nuclear de los ínfimos pantaloncillos. Cuando todo ha pasado sonríe. Prueba superada. Y es que nada mejor que saberse deseado/a para irse a trabajar (o a pasear al perro) con la moral bien alta. Nota: si acompañas la sonrisa con un "gracias", procura no establecer contacto visual.
• Xena, la princesa guerrera: Es el más sencillo. Sólo tienes que poner una cara tal que así o peor. Piensa que cuanto más fea se vuelva tu expresión, más posibilidades hay de que cesen las irritantes galanterías, e incluso que el tono adulador de tu interlocutor se invierta (en ese caso, recomendamos no quitar la cara de princesa guerrera en pleno ataque de hambre). ¿Quién se atrevería a chistarle a Xena? Con una mirada los fulminaría, les haría bajar la mirada. Pero ojo, no desenfundes el frisbee asesino (que luego nos acusan de incitar a cometer delitos). Basta con un mordaz alarde de tu fina retórica. Algo así como: "¡Y tú gilipo...!"
• Condoleezza Rice: Porque nadie sabe tan bien como ella que la mejor defensa es un buen ataque (o que un buen ataque es la mejor defensa). Es una extensión del modo Xena warrior princess. Tienes dos opciones, contraatacar con una buena colección de burradas aprendidas en años y años de resistencia pasiva o desenvainar tu mejor arma: la ironía.

Y ahora, por favor, cuéntanos la respuesta más ingeniosa que le has espetado al último que te preguntó si tu madre es pastelera. O el piropo más galante-simpático-animal que te hayan dedicado. ¿Eres de las/los que se sonrojan o de los que pasan a la acción? ¿Pones cara de perro si a algún desconocido se le ocurre comentarte lo guapa/o que estás hoy? Cuéntanos los trucos que utilizas cuando te ves ante una situación de estas características. Puedes decir lo que quieras. Sobre todo queremos consejos y compartir experiencias. Pero si vas a lanzar una crítica, al menos que sea constructiva (se lleva).