Nombela sofoca el calor del verano con "un mar de excusas" para no ir a la playa

Nombela (Toledo).-  Nombela, el pueblo de España más alejado de cualquier costa, sofoca el intenso calor de este verano con un mar de excusas para no visitar la playa, por ello, algunos nombelanos reconocen que, al igual que ocurre con los grandes amores del cine, el tiempo y la distancia hacen el olvido.

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Un olvido que queda camuflado en el caso de este municipio toledano de poco más de mil habitantes con la presencia del río Alberche a escasos cinco kilómetros, que les aleja, aún más, de la sal, el chiringuito, la multitud y la arena de la playa.

En Nombela la lejanía al mar no es nada más que "una anécdota", explica a Efe el alcalde de este municipio, Carlos Gutiérrez.

"Les llama más la atención a los de fuera; nosotros lo tenemos asumido y lo vemos como algo normal, lo único que nos cuesta más la gasolina al tener que desplazarnos a la playa", afirma.

Sin embargo, esta curiosidad que aparece reflejada, según cuenta el alcalde, en el Libro Guinness de los Récords y en el Trivial, esconde, tras de sí, pequeñas historias que no dejan de llamar la atención, tanto por su inverosimilitud como por su fuerte carga emotiva.

Así, el anciano de más edad de Nombela, Heliodoro Ducecabañas, de 98 años, afirma que sólo ha estado en el mar "dos o tres veces" en su vida, durante la Guerra Civil, pero que, ahora, no quiere "ni verle".

Heliodoro cuenta a Efe que en su juventud vio cómo varias personas que se adentraban en el agua "no volvieron a salir" y, pese a que nunca le han dado miedo "ni los hombres ni la guerra", sí reconoce su miedo al mar.

El miedo, pero a conducir, es otro de los argumentos para no desplazarse a través de los casi quinientos kilómetros y cinco horas que separan Nombela de la costa más cercana, en la zona de Levante.

Candelas García, que trabaja como constructor en el municipio, asegura que, "aunque ha tenido ocasión" y suficientes medios a su alcance, nunca ha disfrutado del mar, ya que no le gusta recorrer más de 200 kilómetros en coche "por miedo y por el cansancio" que ello conlleva, aunque espera no tardar mucho en conocerlo pues su mujer "se pelea a diario" con él por ir.

Además, hace años le hizo una promesa a su único hijo, de 14 años, de llevarlo a conocer el mar, aunque reconoce que "no estaría mal si es él quien se saca el carné de conducir y nos lleva".

Uno de sus trabajadores, Jesús Jiménez, de 35 años, afirma que ni ha viajado nunca a la costa ni tampoco tiene interés en hacerlo, ya que, con cierta timidez y sentido del humor, dice ser "de secano" y que a él lo que más le gusta es el río, el Alberche, puesto que la playa "nunca me ha hecho tilín".

"A mí me gusta el pueblo, aunque he salido de éste, pero descansar, descanso aquí igual que si me voy a la playa; es a lo que te haces", dice.

El agua liberada de las presas en verano generan en el Alberche, a escasos 4 kilómetros de Nombela, numerosas piscinas naturales que los nombelanos disfrutan, especialmente, los fines de semana.

Luis Zazo disfruta de su jubilación en pleno verano porque "el Alberche, aquí, es lo único que hemos tenido siempre y ha sido y es, lo mejor".

Entre sus principales ventajas, frente a la playa, Zazo destaca la seguridad porque "aquí no hay ningún peligro" y "una persona que no sepa nadar, se puede bañar".

Irene Recuero, una joven veinteañera, dice que prefiere disfrutar el verano junto a la ribera fluvial que en el mar, donde además de la lejanía "todo es más caro".

En uno de los accesos al pueblo, la piscina municipal, construida hace ya 16 años, hace las delicias de los más pequeños, así como de numerosas parejas que acuden con sus bebés al recinto.

Algunos, como Jorge Carmona, aseguran que en la piscina "es donde mejor se nada" ya que, al contrario que en el mar, no te encuentras "sorpresas" desagradables en el agua, aunque reconoce que visita cada año la playa y se lo recomienda a sus paisanos porque es algo que "hay que ver".

Con este objetivo, los mayores nombelanos, así como una agrupación de amas de casa, organizan, cada año, viajes a la costa, subvencionados por la Junta de Comunidades, todo con tal de evitar el distanciamiento -que no la distancia- al mar.

Por Luna Muñoz Anula