"Nadie sabe nada de gatos persas", del turco Bahman Ghobadi, se presenta en San Sebastián

San Sebastián.-  Bahman Ghobadi ha regresado al Festival que le dio dos Conchas de Oro, esta vez fuera de concurso, con "Nadie sabe nada de gatos persas", en la que desciende a los sótanos de Teherán para dar un poco de luz a los numerosos grupos que esconden al régimen iraní su pasión por la música.

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(EFE)

El realizador iraní de origen kurdo, Bahman Ghobadi, posa para los medios gráficos tras la presentación de su película "No one knows about persian cats", que participa en la 57 edición del Festival Internacional de Cine que se celebra en la capital donostiarra.

"Qué pena que tu voz salga del fondo de un pozo", dice una canción de este filme; menos de una estrofa para condensar la esencia de una estupenda historia de jóvenes y de su empeño por llevar sus canciones a Europa ante la imposibilidad de sacarlas del subsuelo en el Irán del siglo XXI.

Nader, Ashkan y la joven Negar son los protagonistas de un sueño de rebeldía e ingenuidad que Ghobadi ha tomado de hechos, lugares y personas reales, y sobre el que flota una buena dosis de amargura.

"Yo soy una persona amarga", ha confesado hoy en San Sebastián el autor de "Las tortugas también vuelan" y "Media Luna", filmes que encabezaron el palmarés del Zinemaldia en 2004 y 2006.

El realizador kurdo iraní, nacido en 1969, ha explicado que tanto él como mucha gente de su generación son personas "depresivas", producto de los 30 años de régimen islámico, una situación que siguen padeciendo quienes tienen 20 años menos que él, ha dicho.

"La mayoría de estos jóvenes sufren depresiones. Son músicos anónimos, muchos de los cuales han intentado suicidarse. Yo cuento su día a día y los riesgos que corren por hacer lo que les gusta", ha añadido.

En "Nadie sabe nada de gatos persas" el peso de la represión lo sufren los grupos musicales, pero en estas tres décadas "todas las ramas del arte" han permanecido "escondidas".

Sin embargo, el caso de los músicos "underground", de rap, heavy metal o rock indie, era prácticamente desconocido para Ghobadi, como lo sigue siendo para la gran mayoría de sus compatriotas.

Estos chicos se esconden, de la mima forma que deben permanecer ocultos los gatos y los perros, a los que se prohíbe pasear por la calle. "Los gatos persas son muy queridos fuera, pero en Irán no valen nada", se lamenta Ghobadi.

Cuando supo la forma en que los grupos llevaban a cabo su actividad, "en esos lugares inesperados", y su lucha por "salir a flote", decidió rodar el relato de Ashkan y Negar, dos jóvenes que acaban de salir de la cárcel y que planean una huida a Europa para poner fin a su clandestinidad musical con la ayuda de Nader, que tiene tanto de buscavidas como de superviviente.

Lo ha hecho de forma documental, mostrando la intensa vida subterránea de algunos de estos grupos, en cuya música el realizador iraní se apoya para mostrar imágenes del Teherán a cielo abierto, de gente cuya existencia se adivina no demasiado grata.

Pese a la desesperanza que transmite "Nadie sabe nada de gatos persas", Ghobadi cree que con este filme y los dos premiados en San Sebastián ha conseguido "respirar y sacar la cabeza del agua".

"Mi relación con el Gobierno de Irán es como si un hombre muy fuerte hubiese cogido y sumergido mi cabeza 30 segundos bajo el agua. Esos 30 segundos son los 30 años del régimen. Las protestas de la calle son también el instante en que el hombre te saca la cabeza. Ahora ese forzudo no tiene ya la misma fuerza", ha destacado.

Su película, galardonada en Cannes con el premio especial "Una cierta mirada", se presenta en la sección Zabaltegi-Perlas del certamen donostiarra.