Un intento

Es curiosa la necesidad de escribir, de contar algo, de sacarlo de la cabeza y compartirlo, al final llega un punto en que esa necesidad crece tanto que la pregunta de si lo que uno quiere contar es interesante o no se vuelve irrelevante

¿y qué mas da donde?

Llego a casa después de un fin de semana intenso en un bosque. Allí hemos celebrado el seminario de otoño en la asociación para la que trabajo y traigo la cabeza tan llena de ideas que no puedo dormir asi que salgo de la cama.

Me hago un poco el perezoso y antes de ponerme a escribir leo un poco El Pais, en concreto a Antonio Muñoz Molina, que escribe todos los sábados una columna en el Babelia, tan cuidada, interesante y fluida como casi todo lo que escribe. También leo Soitu y me sorprendo, como siempre, de ver tantas noticias originales juntas. ¿Tengo yo algo interesante que añadir?

No se, pero es curiosa la necesidad de escribir, de contar algo, de sacarlo de la cabeza y compartirlo, al final llega un punto en que esa necesidad crece tanto que la pregunta de si lo que uno quiere contar es interesante o no se vuelve irrelevante.

Este mes he jugueteado mucho con una idea pero cuando parece que voy a alcanzarla se me escapa entre los dedos. Se me escapa para despues volver y pedirme que lo vuelva a intentar. Bien, alla voy... se trata, en fin, de algo que puede llamarse internacionalismo. Si, creo que por ahí va la cosa: internacionalismo. O lo que para mí es lo mismo: ausencia de nacionalismos. Y no digo anti  sino ausencia. Una ausencia en mi cada vez más grande, una ausencia en parte involuntaria y en parte provocada.

Que bonito andar por ahí, por el bosque sueco o por las calles madrileñas, cruzarme con gente o con árboles, pasear con alguien a quien quiero y quererle aún más al final del paseo. Que bonito juntarnos, escucharnos y hacer cosas juntos, que bonito cuando no tenemos ni un poquito de vergüenza, que bonito cuando podemos decir lo que pensamos.

¿Y que tiene esto que ver con la ausencia de nacionalismos? Pues no se, no acierto a expresarlo pero para mi que tiene mucho que ver.

Y es que no es solo ausencia de nacionalismos sino también ausencia de regionalismos y localismos. Ausencia, en fin, de todo sentimiento abstracto hacia una comunidad de personas unidas únicamente por la geografía.

Mi cariño y mis buenos deseos para Francesco Tonucci, italiano, que promueve la reconquista de las calles por parte de los niños , mis sueños con largos trenes que cruzan bosques y ciudades y no entienden de aduanas, mi simpatia hacia el Shumacher Collage, Inglaterra, hacia el sistema sueco de Escuelas Populares de Adultos, hacia la Institución Libre de Enseñanza y las Misiones Pedagogicas en España antes de que llegase la barbarie de Franco.

Y hasta aquí he llegado, Creo que no soy capaz de concretar  mucho mas, quizás otro día traiga las palabras mas sueltas y pueda expresar mejor esta ausencia de "geograficalísmos" que crece y crece dentro de mí. Hoy al menos me alegro de haberlo intentado.