Esther Tusquets dice que "a lo largo de la vida no cambiamos, nos deterioramos"

Barcelona.-  La editora Esther Tusquets, que acaba de escribir "Habíamos ganado la guerra", unas memorias en las que recrea la primera parte de su vida y ofrece un retrato de la burguesía barcelonesa franquista, considera que las personas "a lo largo de la vida no cambiamos, nos deterioramos".

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(EFE)

Imagen del pasado mes de enero de la escritora y editora Esther Tusquets.

En un encuentro celebrado hoy con periodistas, Tusquets ha señalado que si se atreve a contar sus intimidades de hace sesenta años, tanto las que tienen que ver con sus primeros amores como las relacionadas con su madre o con sus tías, es porque ha pasado mucho tiempo "y ya no creo que importe lo que diga, porque todos están muertos".

En cambio, ha avanzado que no continuará estas memorias, que aquí finalizan a sus veinte años, después de haber militado en la Falange, porque "es muy difícil contar toda la verdad y las cosas recientes, algunas de las cuales a mis hijos no les haría ninguna gracia que contara".

Precisamente, aprovecha la escritora esta aseveración para reflexionar que cuando se habla de censura se piensa poco en "la personal, que es muy importante, y que un escritor se aplica para no herir a la gente que más quiere".

Esther Tusquets, sin embargo, también reconoce que siempre ha sido una persona un poco desvergonzada y sin mucho sentido del pudor que ahora, a lo largo de estas páginas, editadas por Bruguera, cuenta las cosas que vivió, "mi verdad", aunque, advirtiendo, que "no lo he escrito para quedar en paz conmigo misma".

Además, ofrece un punto de vista distinto al de otros autores, como Juan Marsé o Antonio Rabinad, que pertenecían al bando perdedor de la guerra civil, o procedían de otra clase social.

Esther Tusquets, por el contrario, nacida en 1936, pertenece a una familia de la burguesía barcelonesa, que llegó a colgar en el pasillo de su casa una gran foto de Franco, que siempre se sintió del grupo de los ganadores, estudiante de la Escuela Alemana, y rodeada de mujeres de servicio y de tías, con las que pasaba más horas que con su padre y su madre.

Preguntada sobre si había escrito algún diario en aquella época o había tomado notas para recuperarlas ahora, responde la editora que "me acuerdo muy bien de todo, especialmente de las conversaciones, aunque para las fisonomías soy muy mala. Pero para saber lo que ocurrió tengo muy buena memoria", apostilla.

Una de las figuras centrales de su vida es su madre, a quien también se ha referido en otras obras suyas. Aquí, reconoce que "parece que sólo he escrito sobre mi madre, o contra mi madre, sin lograr nunca cancelar el conflicto, pasar página, quedar en paz. La adoré de pequeña. La detesté a ratos", recoge en uno de los capítulos.

Mantiene Tusquets que la relación entre madre e hija es la más compleja, difícil e importante de las que existen entre los humanos y agrega que "la relación de pareja, comparada con ésta, es un juego de niños".

"Lo importante -destaca- es ser amado y el niño que se siente querido de pequeño puede con todo. Yo no me sentí querida y me he pasado el resto de la vida mendigando amor, una pesadez", ironiza.

Otro de los capítulos de estas memorias que llama la atención es el que le sirve para narrar su paso por la Falange.