Una religiosa abre la esperanza de evitar la subasta de un pequeño poblado argentino

Buenos Aires.-  La intervención de una religiosa abre una luz de esperanza para 600 almas de un pueblo del centro de Argentina, Olivares se San Nicolás, a punto de ir a subasta por un conflicto entre una empresa y un banco de capital español en torno a la ejecución de una hipoteca.

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(EFE)

El caserío, situado a 1.000 kilómetros de Buenos Aires, ocupa 20 de las 2.196 hectáreas que la firma Olivares y Viñedos de San Nicolás mantiene con una hipoteca morosa que el BBVA-Banco Francés.

"Nadie me eligió como mediadora, me elegí yo misma para proteger a mi pueblo indefenso", dijo hoy a Efe la madre Theresa Varela, quien hace gestiones contrarreloj a favor de la supervivencia de Olivares de San Nicolás, cuya situación conmueve a la opinión pública argentina.

El caserío, situado a 1.000 kilómetros de Buenos Aires, ocupa 20 de las 2.196 hectáreas que la firma Olivares y Viñedos de San Nicolás mantiene con una hipoteca morosa que el BBVA-Banco Francés, controlado por el español Bilbao Vizcaya-Argentaria, quiere ejecutar en subasta prevista para el 18 de diciembre.

Las partes en conflicto están de acuerdo en ceder la propiedad del pueblo a sus habitantes, de escasos recursos, pero la empresa, que emplea a la mayor parte de ellos reclama una prórroga de la subasta bajo promesa de empezar a cancelar su deuda en marzo.

El banco se muestra renuente a aceptar la prórroga de la subasta e insiste en que se trata de una deuda contraída hace 14 años y que en los últimos 13 ha sido motivo de renegociaciones incumplidas por parte de la firma deudora.

"Olivares de San Nicolás -en la central provincia de Córdoba- tiene 600 habitantes censados, todos trabajadores de baja condición. Pero hay más, si se suma a otros centenares que se asientan en el pueblo y es gente que va detrás de las cosechas", dijo Theresa Varela, nacida en Cabo Verde y que hace años que ayuda al pueblo.

"Han metido a mi pueblo como rehén en un brete del que no podrá salir si no hay acuerdo.", enfatizó la monja.

El presidente de la empresa, Jorge Pierrestegui, afirmó a Efe que "el banco por un lado dice que acepta negociar y por otro sigue adelante con el proceso para la subasta judicial. Ha pedido que se formalice la publicación de los edictos para llevarla a cabo".

Sostiene que la deuda "fue mal contraída" en 1993 y "se estuvo pagando" desde 1998 hasta comienzos de 2002, cuando estalló la crisis económica que obligó a Argentina a declarar la mayor suspensión de pagos de la historia (102.000 millones de dólares).

"En 2002 y 2003 hubo una helada, la peor en 100 años de historia, que arrasó con los olivares. Por ese entonces nos ofrecieron cancelar la deuda con 250.000 dólares que no teníamos, ahora nos piden 1,2 millones y nosotros pedimos tiempo para cumplir", aseguró.

Insistió en que el banco ignora que los esfuerzos hechos por la empresa "mejoraron el valor" del terreno hipotecado y remarcó que se trata de la primera exportadora a EEUU de aceite de olivo orgánico.

Olivares de San Nicolás "nació con la empresa" hace 50 años, "con el antiguo concepto de dar alojamiento a los trabajadores, pero hace tiempo que trabaja por la independencia del pueblo", dice.

El director de Relaciones Institucionales del banco, Gonzalo Verdomar Weiss, subrayó que su entidad "siempre se preocupó por la cuestión social y siempre estuvo de acuerdo" en evitar la venta del pueblo, que "ocupa menos del uno por ciento del terreno hipotecado".

"La actitud del banco no es de ahora que el asunto tomó (relevancia) pública. La cesión del terreno del pueblo depende de una escritura que debe hacer la empresa, que tiene un crédito concedido hace 14 años y que hace 13 que no paga", remarcó a Efe.

"El interés es cobrar la deuda...no rematar el pueblo", apuntó al indicar que el banco de capital español "hace años" que ayuda al centro asistencial que dirige la madre Theresa.

Pierrestegui insistió en que el banco "hace oídos sordos, quiere llegar al remate" a pesar de que le ha comunicado "por carta documento" que la empresa decidió ceder el terreno del pueblo a sus habitantes a cambio de "un precio simbólico".

"Pero estamos en la época previa a la cosecha, que se hace entre febrero y marzo próximos con vistas a exportar la producción entre mayo y junio, y pedimos poder pagar dentro de esos plazos", apuntó.

Aclaró que la cesión de tierras no está condicionada a un arreglo con el banco, aunque remarcó que el pueblo y la empresa "no existen el uno sin el otro" y que por ello confía en "una solución en la que cada parte tendrá que ceder".

La madre Theresa, quien recibe ayuda económica del banco desde hace seis años, dijo que está dispuesta a mediar "cuando vea los documentos donde está escrito el compromiso de cesión".