En Palitahua, los vecinos viven con miedo que vuelva a explotar el Tungurahua

Palitahua (Ecuador).-  En Palitahua, un caserío asentado al pie del volcán Tungurahua, sus habitantes viven con miedo de una nueva gran erupción, como la de agosto de 2006, cuando el coloso se llevó sus casas, cultivos y la tranquilidad.

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(EFE)

Vista del volcán Tungurahua, hoy, donde los habitantes de los caseríos asentados a sus alrededores viven con miedo de una nueva gran erupción, como la de agosto de 2006, que se llevó casas, cultivos y la tranquilidad.

Palitahua quedó destruida con la erupción del 16 de agosto del año pasado, al igual que muchos poblados cercanos al Tungurahua que, en los últimos días, ha vuelto a aumentar su actividad y amenazar con echar a sus vecinos.

Aida Ortiz es una de las campesinas que vuelve cada día a su terreno en Palitahua para cultivarlo, aunque en las noches acude a un refugio cercano con temor de que "no vaya a ser que el Tungurahua explote en la madrugada", según comentó a Efe.

"Lo peor que podría pasar es que (la erupción) nos encuentre dormidos. Es que el volcán no da tiempo de nada", afirma Aida, que vive con su hermana, Flor Elita, quien perdió su casa, al otro lado del río que cruza el poblado de Palitahua.

El pueblo quedó partido en dos, así como el puente que lo cruzaba, aunque una parte del caserío, la que estaba un poco más arriba en la loma, no sufrió tanto como la otra, que quedó arrasada.

Aida y un medio centenar de personas más, la mayor parte adultos, aunque también hay unos 20 menores, se atreven a acudir en el día a sus casas en Palitahua, pero con mucho cuidado, "porque al volcán no se le puede dar motivo", añade la anciana que, además de cultivar su terreno, tiene una pequeña tienda de alimentos.

A fuerza de vivir junto al coloso y al pie de una de sus quebradas, por donde bajan las rocas candentes que expulsa el coloso, Aida sabe que "sólo a veces", y con mucho riesgo, puede quedarse la noche en casa para proteger los cultivos.

"Hay que limpiar la ceniza que bota el volcán y proteger (a los cultivos) de las heladas. Por eso me quedé la noche con mi hermana", asegura la mujer, alejada de sus cuatro hijos que viven en Quito y que no han podido persuadirle de que se vaya con ellos.

"No hay más cómo hacer, esto es mío y tengo que cuidarlo, incluso, a veces, en la noche; aunque hay que dormir como el conejo, que duerme con un ojo abierto", afirma Aida.

Sin embargo, dice que en su pueblo "no se puede dormir, porque el Tungurahua no deja; está toda la noche con ruidos que dan miedo. No sé, estoy nerviosa", dice la campesina al mostrar sus manos temblorosas y arrugadas.

Aida lo intuye: "Seguro que va a explosionar", así fue hace un año, cuando el volcán "avisó" que preparaba una erupción grande.

"Debemos tener mucho cuidado, porque ya tenemos experiencia de lo que pasó el año pasado. Cuando haya una (explosión fuerte), debemos salir corriendo, no hay tiempo para nada", advierte.

Y es que la anciana se ha convertido en una "vulcanóloga empírica", como dice el alcalde del cantón Penipe, Juan Salazar, encargado de ejecutar los planes de contingencia para evacuar a las más de 800 personas que habitan en las zonas de peligro del volcán.

"La gente aquí ha tenido una autocapacitación y sabe, por ejemplo, que el Tungurahua tiene unas temporadas altas (de actividad) en agosto y diciembre", señaló Salazar a Efe.

Asimismo, dijo que las personas del lugar se fijan mucho en el comportamiento de los animales y recordó que en agosto del año pasado, las dantas o tapires que hay en el sector bajaron al pueblo, como si buscaran refugio, y después de dos días de esa señal, el volcán entró en una gran actividad.

Sin embargo, asegura que "el mejor aliado que tenemos es el Instituto Geofísico", que emite informes diarios sobre la situación del Tungurahua y mantiene una vigilancia permanente.

Señala que ya se han construido los centros sanitarios que atenderán a los evacuados de Palitahua y de más de una docena de poblados de la zona, así como albergues temporales para refugio.

"Todos sabemos qué hacer, cada dirigente de cada comunidad está comunicado", señala Salazar al asegurar que "Penipe se ha preparado para una nueva erupción del volcán".