Las aves se mudan a Finlandia

MADRID.-  Las aves europeas podrían desplazarse un promedio de 550 kilómetros hacia el noreste en el siglo XXI a causa del cambio climático. Esta es la predicción de una simulación realizada por la Universidad de Durham y la organización BirdLife, presentada en toda Europa, que augura un negro futuro para muchas especies aladas. Como recalcan los ornitólogos, la urgencia ya no es únicamente actuar contra el calentamiento terrestre para evitar la desaparición de las aves, sino empezar a preparar el camino a las que tengan que 'murdarse'.

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Riqueza de la avifauna en el presente (nº especies en cuadrículas de 50x50 km.)

«Ya no se trata de conservar Doñana», recalca Alejandro Sánchez, director de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), «sino de tener otros 'doñanas' de recambio».

El propio director de SEO/BirdLife incide en que este Atlas Climático de las Aves Reproductoras de Europa debe considerarse sólo como «un ejercicio teórico», pues se basa en variables climáticas y no tiene en cuenta otros factores esenciales, como la alimentación, las competencia con otras especies o el estado de los hábitats. Eso sí, entiende que constituye un ejercicio teórico, «muy interesante».

La proyección para final de este siglo realizada por los catedráticos Brian Huntley, de la Universidad de Durham, y Rhys Gren, de BirdLife y la Universidad de Cambridge, estudia los cambios en la distribución de las aves europeas con un escenario climático en el que aumente la temperatura 3^o. ¿El pronóstico?: si no se actúa contra el cambio climático, una especie de ave europea típica se trasladará un promedio de 550 kilómetros al noreste y además su distribución se verá reducida un 20%.

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Riqueza de la avifauna al final del siglo XXI (en un escenario de dispersión perfecta)

En el caso concreto de España, este aumento de 3^o podría significar la extinción de 13 especies (como el urogallo, la alondra ricotí o la curruca balear), pero también un empeoramiento de la situación de otras 23 (entre ellas, el águila imperial o la avutarda) y una reducción considerable de la presencia de 75 (como la cigüeña blanca o el buitre leonado).

En contrapartida, algunas especies mediterráneas se extenderían por el resto de Europa (como la abubilla o el cernícalo primilla) y llegarían algunas nuevas a la Península procedentes del norte de África (es el caso del busardo moro). No obstante, como explica Sánchez, el balance sería claramente negativo para el país, que experimentaría un empobrecimiento de su biodiversidad alada.

Muy a pesar de los aficionados españoles a la ornitología, la cuestión no es que muchas de estas aves tengan que desplazarse a nuevas zonas dónde encuentren condiciones climáticas más favorables, sino que sean capaces de llegar hasta allí.

Como recalca el director de SEO/BirdLife, se debe actuar de forma urgente contra el calentamiento terrestre para evitar la desaparición de muchas especies que sobrevuelan hoy los cielos europeos, pero también empezar a trabajar para que las poblaciones de aves sean más resistentes a los posibles cambios y para favorecer sus desplazamientos futuros. «Hay que permeabilizar el territorio», recalca el ornitólogo, que cree muy importante abrir corredores biológicos para que la vida silvestre sea capaz de adaptarse.

Como incide Juan José Sanz, investigador del Museo de Ciencias Naturales y experto en biodiversidad y calentamiento terrestre, cambios como estos se han producido ya a lo largo de la historia, pero ahora con una novedad: «Históricamente se han producido de forma natural y ahora va a pasar por el ser humano».

Según este investigador, «no es que especies que están aquí se marchen, sino que van a estar en áreas más reducidas y van a ser más difíciles de conservar». Esto puede implicar la desaparición de muchas especies de la región mediterránea y, sobre todo, la pérdida de los genes más antiguos del continente, los que resistieron a la última glaciación.